Heynowski y Scheumann
Dondequiera que esté, tal vez en Berlín, Walter Heynowski habrá celebrado hace unos días su cumpleaños número 92. Será quizá uno de esos ancianos que miran pasar las horas sentados en un banquillo callejero bajo el sol, charlará con los niños que juegan futbol a su alrededor, leerá quizá con unos anteojos de potente aumento una novela de espionaje que transcurre en los días del Muro de Berlín o estará de paseo con ayuda de su bastón todos los días al atardecer por las calles más concurridas de un barrio elegante.
Pocos descubrirán en ese hombre de pasos inseguros y gesto hosco a un individuo que en horas pasadas vivió la existencia de una suerte de comando, urdiendo, espiando, tejiendo a todos los niveles para obtener documentales de alto contenido político, con imágenes contundentes y plenas de verdad.
Con su compañero de años de aventuras, Gerhard Scheumann, se metió en los callejones de mundo político, en las entrañas de las traiciones al más alto nivel, en los abismos de la vida y la muerte. Con su empresa H&S, establecida en el desaparecido Berlín Oriental y especializada en la filmación y registro de imágenes documentales de carácter político, dejaron para la historia, entre sus temas mayores, los acontecimientos en torno al golpe de estado de los militares chilenos contra el presidente Salvador Allende el 11 de septiembre de 1973.
Con sus camarógrafos, que operaban como un eficiente equipo infiltrado en los más altos círculos castrenses, registraron imágenes que dieron la vuelta al mundo, como los bombardeos de la fuerza aérea contra el palacio presidencial de La Moneda y el traslado del cadáver del presidente Allende.
En aquellos días de sangre, terror y muerte, los cineastas alemanes se las arreglaron para conocer antes que nadie los movimientos de las tropas golpistas, de manera que pudieron elegir los sitios y los momentos donde emplazarían sus cámaras para obtener imágenes de privilegio.
Cintas como Salmo 18, Compatriotas, Líos con la plata, Un minuto de sombra no nos ciega y Golpe blanco reúnen los dolorosos testimonios de obreros, intelectuales, estudiantes, militantes de organizaciones políticas, amas de casa y militares recogidos en las calles, las fábricas y los campos de concentración.
El dúo de cineastas germanos filmó su última película en 1991, antes de ser condenados por las autoridades alemanas al cierre permanente de su taller. Heynowski y Scheumann habían jugado con fuego y tuvieron que enfrentar las consecuencias. Acusados públicamente por sus vínculos con los servicios de espionaje del gobierno comunista alemán y de actuar bajo sus órdenes, debieron enfrentar un alud de críticas, censuras y descalificaciones. Aún ahora no deja de circular la versión de que sus imágenes del golpe de estado en Chile fueron captadas por otros cineastas.
Scheumann murió en Berlín el 30 de mayo de 1998 a los 67.