La Real cerró la primera vuelta liguera, comenzó su año de reconciliación con Anoeta y el carrusel infernal de partidos de la mejor manera posible: con una victoria por la mínima ante un rival directo con golazo de su jugador diferente,
Kubo. No fue ni de lejos un partido brillante de los txuri urdin pero sí suficiente para tumbar a un Villarreal combativo que no acertó y que se vio sorprendido en un contragolpe de libro que sólo vio
Oyarzabal, el más listo de la clase y casi que de LaLiga, y que materializó
Kubo con una acción de genio. Los de
Imanol se ponen séptimos y cierran la brecha con el quinto puesto que ocupan los amarillos hasta los dos puntos. El Athletic aún queda a ocho puntos, pero la clasificación ya suena de otra manera.
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