Andaba
Raphinha algo despistado en Da Luz, con poca incidencia en el juego y 3-1 a favor del Benfica en el marcador, cuando el portero ucraniano
Trubin le despertó con un balonazo que impactó en su cabeza, pese a que estaba fuera del área, y que entró de forma sorprendente en la portería. Fue el 3-2 en el minuto 64, un gol que al brasileño casi le dolió más que le alegró. Pero superadas las molestias cervicales, y ya sin peligro de conmoción cerebral, le sirvió para conectarse a un partido tan esperpéntico que costaba tomárselo en serio desde fuera y quizás también desde dentro.
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