Entre la remontada contra el
PSG (6-1) y la remontada ante
Benfica (4-5) han pasado casi 8 años. De los que jugaron en el
Camp Nou en la gran noche de
Neymar y el delirio de
Sergi Roberto, no queda nadie. Bueno sí,
Ter Stegen, pero el capitán está lesionado. El
Rafinha de entonces no es el
Raphinha de ahora. Pero la casualidad ha querido que en el Benfica 2025 estuviese un jugador que ya estaba en el PSG 2017. Y, prácticamente, se repitió la historia. El argentino
Ángel Di María fue suplente en el Camp Nou y entró en la segunda parte. Cuando
Unai Emery le metió en el terreno de juego –sustituyendo a
Lucas Moura–, el
Barça ganaba 3-0. Necesitaba todavía dos goles y que no marcase el PSG. Anotó
Cavani y los de
Luis Enrique marcaron los tres goles que necesitaban en el 88, 91 y 95. Casi nada. En
Da Luz se repitió la historia para Di María. Fue suplente. Entró en el minuto 71 con 4-2 en el marcador. Al Barça le faltaban tres goles para ganar y garantizarse el segundo puesto en la clasificación.
Eric Garcia logró el empate a 4 y, un minuto después,
Di María tuvo la ocasión clarísima para el 5-4, pero el pie de
Szczesny obró el milagro culé y le privó de la gloria. En la última jugada,
Raphinha clavó la estocada y al Fideo le quedó, de nuevo, cara de qué hecho yo para merecer esto. La paradoja es que un trotamundos como él, campeón de la Champions con el Madrid, a punto estuvo de recalar en el
Barça.
Leo Messi le quiso, en dos ocasiones, a su lado. No pudo ser. Una vez llegó
Coutinho, en la segunda no se dieron las circunstancias para que el rosarino vistiese de azulgrana. A los 36 años y con estos precedentes, su camino y el del Barça ya no se cruzarán.
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