Día europeo en Anoeta, día relevante para la Real Sociedad y su afición. No hay otra percepción posible. No siempre son eliminatorias de vida o muerte en Champions ante el PSG o recitales futbolísticos contra el Benfica. También hay noches de Dinamo de Kiev o Sheriff, que te permiten ganar y jugar bien, o de Anderlecht, que te dan la vuelta a la tortilla con algo extradeportivo que provoca un despiste generalizado y provocan un disgusto. Y también hay días como el de hoy, cuando visita Donostia un gigante griego como el PAOK, con 2.000 aficionados fieles y ruidosos, en un partido que cierra la primera fase europea pero que no tiene un gran aliciente deportivo per se, más allá de poder escalar en la tabla, obtener mejores premios y optar a jugar la vuelta del playoff en casa y ante un rival menor. Aunque esta última no está asegurada y la penúltima no está claro que sea positiva.
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