No había caso con el
River de Marcelo Gallardo, de las incorporaciones millonarias, de las individualidades muy superiores en jerarquía en comparación con los adversarios. A pesar de esas ventajas siempre importantes, no lograba quebrar al modesto
Instituto en el Monumental. Ya casi no quedaba tiempo. Hasta que todos los hinchas de River fueron Montiel. Es que Gonzalo, al ver que la pelota pegaba en el palo tras el cabezazo de Paulo Díaz y volvía hacia el campo, se tiró em plancha hacia ella. Y adentro…
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