Habían bajado ya 29 esquiadoras y en el solicitado hot seat en el que estaban las cuatro corredoras que a estas alturas tenían asegurada la medalla miraban hacia el
portillón de salida de Saalbach (Austria), situado en los 1.656 metros de altitud. Y es que con el dorsal 30 partía en ese momento la reina del esquí, la
estadounidense Lindsey Vonn, que a sus 40 años y con una rodilla nueva, volvía a una cita mundialista después de que se descalzara las fijaciones de los esquís en los
Mundiales de Are (Suecia) 2019, en los que se hizo con un bronce. Ambiciosa como es, a Vonn le pudo el gen competitivo y se puso a punto después de que la maltrecha rodilla le respondiera con el objetivo de pelear por las medallas en Saalbach, en sus novenos Mundiales.
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