El
Real Madrid ha perdido el norte. El club que preside
Florentino Pérez ve fantasmas y enemigos por todos lados y vive instalado en su propia paranoia. La última pataleta ha sido la queja formal contra el arbitraje y las amenazas de acudir a la justicia si no les dan el audio del
VAR de la jugada entre
Carlos Romero del
RCD Espanyol y
Kylian Mbappé. La carta de cuatro páginas es de vergüenza ajena y se desmonta muy fácilmente. Solo hay que revisar algunas decisiones arbitrales de los últimos meses que han beneficiado al conjunto blanco. Es cinismo en estado puro.
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