El 3 de noviembre de 1975, antes de las 9 de la mañana, una deflagración de gas grisú causó la muerte instantánea de 28 hombres en el interior de la mina La Consolació, en Fígols. Dos mineros más murieron en los días siguientes. Algunos eran vecinos de la cuenca minera del Llobregat y otros emigrantes en busca de un asentamiento. La catástrofe fue un golpe inhumano para las familias. Este año se cumple el 50 aniversario de un drama que sigue vigente en la memoria.
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