Ryan Peake, de 31 años, es el último ejemplo de hasta qué punto el deporte se puede convertir en un vehículo inmejorable para olvidar los males del pasado y reconducir una vida que iba por muy mal camino: de la cárcel al
Grand Slam, ese es el llamativo recorrido que el golfista australiano ha confirmado este domingo al ganar el
Open de Nueva Zelanda.
Seguir leyendo...