Funeral de Lencho Salazar: Emeterio Viales y ‘El brujo’ Castro despidieron con música a su gran amigo
“Canta y no llores”, dice una popular canción mexicana; y así precisamente fue el último adiós de Lencho Salazar en Naranjo de Alajuela. Es que cuando muere alguien que dedicó su vida a cantarle a la gente, la mejor manera de despedirlo es entre melodiosas tonadas.
Esto lo tiene muy claro Emeterio Viales, quien decidió despedir a quien fuera su amigo y maestro dedicándole varias canciones. Desde antes de que empezara la misa fúnebre en la iglesia de Naranjo, a eso de las 2 p. m., el comediante costarricense estuvo a las afueras del templo e interpretó canciones como El cadejos, acompañado por un acordeonista.
Posteriormente, dio inicio la Eucaristía, que duró alrededor de una hora, y en la que familiares de Salazar y vecinos de Naranjo se hicieron presentes. Durante la ceremonia, la hija de Lencho, Agueda Salazar, quien es misionera, se dirigió a quienes estaban congregados.
“Estoy agradecida de poder estar aquí, porque en los últimos años he vivido en Guadalajara, México, y gracias a mis hermanas (de su congregación) que me consiguieron el boleto, pude llegar”, comentó la religiosa, quien es parte de las Hermanas Misioneras Combonianas.
“Cuando mi papá estuvo muy solo en La Garita, me dijo que estaba muy arrepentido de errores que, como dijo el padre, todos cometemos. Él se hizo una corona de espinas y se la ponía: ‘Que talle’, me decía, porque dijo que era su manera de pedirle perdón a Dios”, agregó.
Al finalizar la misa, varios folcloristas costarricenses, liderados por Emeterio Viales y Gilber ‘El brujo’ Castro realizaron un homenaje musical. Interpretaron canciones de Lencho Salazar como Maicerita mía y otras del repertorio costarricense como Casonas viejas o Tan linda Costa Rica.
Entre aquel grupo de experimentados artistas, Fiorella Alfaro, una joven de 22 años, también participó, y dio cuenta de que el legado de Lencho Salazar ha calado en las nuevas generaciones. Alfaro cantó Campesina de mi pueblo, una canción que Lencho escribió para ella.
“Estoy aquí por una promesa que le hice a Lencho hace 12 años, cuando yo tenía 10. Fue por él que entré a este maravilloso mundo del folclor; un mundo en el que he vivido experiencias hermosas y maravillosas, y que si no fuera por Lencho sería totalmente desconocido para mí”, expresó la joven artista.
Una vez terminado el homenaje, se trasladó el féretro hacia la carroza fúnebre, que lo llevó hacia el cementerio de La Candelaria. En el camposanto volvió el ambiente de música, pero esta vez con una carga emotiva mucho más fuerte, pues familiares y cercanos a Lencho Salazar derramaron lágrimas al momento de dar sepultura al artista.
“La barca en que me iré lleva cruz de olvido”, cantaron muchos de los que se encontraban en el cementerio. Lo cierto es que las decenas de personas que dieron su último adiós al ícono de la cultura nacional, atestiguan que Lencho Salazar no se fue de este mundo sin dejar huella.