Embestida contra la Corona
Sánchez rompe su neutralidad en el 'affaire' de los negocios de Juan Carlos I y lanza de paso una advertencia "perturbadora" a Felipe VI
'Inquietante' y 'perturbador'. El presidente del Gobierno llevaba bien preparados los dos adjetivos con los que quería calificar las últimas informaciones aparecidas en torno a los turbios negocios del Rey don Juan Carlos. Un cambio de guión absoluto, un volantazo drástico en la actitud ponderada con la que se venía manejando el Gobierno hasta hace apenas unas horas. Una arremetida por sorpresa y desde la Moncloa en uno de los momentos más delicados para la Monarquía española.
La ministra portavoz, María Jesús Montero, hace apenas unas horas invocaba a la 'tranquilidad' y a la 'confianza' en la labor de la Justicia. Al abordar los problemas judiciales del Rey emérito, no dudó incluso en defender 'la presunción de inocencia' y en recordar que estos episodios que ahora ven la luz 'no tienen ningún impacto en el Rey actual'.
Esta era, hasta el momento, la línea oficial del Gobierno en torno a los presuntos dineros ocultos de don Juan Carlos en Suiza. Este miércoles, sin embargo, Sánchez aprovecha la comparecencia junto a su homólogo italiano, Giuseppe Conte, para pulverizar el libreto oficial del Ejecutivo y lanzar un contundente mandoble a la cabeza de la Institución y, por ende, una descomunal embestida contra la estabilidad de Felipe VI.
El presidente del Gobierno se ha referido a "informaciones inquietantes que nos perturban a todos y a mí también"; ha arremetido indirectamente contra los medios de comunicación que no se hacen eco de estas informaciones mediante la tramposa alabanza de aquellos que "no miran hacia otro lado" y finalmente ha implicado al actual monarca al mencionar que "la propia Casa Real está marcando distancia frente a estas informaciones inquietantes y perturbadoras". Otra vez los dos adjetivos con un ataque tangencial al titular de la Corona. Un referencia nada ingenua, una frase con aires de bomba de racimo.
Frenazo a la comisión
Sabido es que Sánchez no sintoniza demasiado ni con el Jefe del Estado ni con la Institución que encarna. Lo ha demostrado en numerosas ocasiones. La última, este mismo lunes, cuando evitó estar presente en el funeral por las víctimas de la pandemia, un acto presidido por los Reyes. Con todo, el jefe del Ejecutivo procuraba pronunciarse con cierta deferencia y con el natural respeto hacia la Corona, y ha mostrado hasta ahora una actitud distante y cautelosa sobre las turbias actividades que enlodan la figura del Rey padre. Hace tan sólo unos días, el PSOE se ponía del lado del PP , Cs y Vox para vetar la creación de una comisión parlamentaria sobre los fondos ocultos de don Juan Carlos.
Y, de repente, este aldabonazo, este golpe seco e inesperado contra la Institución. En plena tormenta judicial sobre su vicepresidente, Pablo Iglesias, quien está empeñado en zaherir y amordazar a la prensa no adicta, Sánchez obvia comentar esta polémica, porque nunca se manifiesta sobre la labor la Justicia, sin embargo ahora se lanza de cabeza al punto más débil de la Corona. Sin contemplaciones ni medias tintas. Sin una sola mención o un mínimo reconocimiento a la labor de don Juan Carlos como artífice fundamental de la Transición y protagonista ineludible de las cuatro décadas de excepcional recuperación democrática, el periodo más fructífero de nuestra reciente historia. Una bofetada tan inclemente como excesiva, así al menos se ha recibido en círculos de la Zarzuela y en el entorno familiar del Rey emérito.
Más que los manejos de don Juan Carlos sus negocios del pasado en el Golfo, que está escrutando ahora mismo la Justicia, tanto en Suiza como en el Supremo, lo que verdaderamente resulta 'perturbador' es el estruendoso y repentino cambio de actitud impulsado por Sánchez. ¿Qué ha pasado? ¿A qué viene esto? "Estro es caza mayor, se apunta al emérito pero la pieza a cobrar es bien otra, y todos sabemos cual", señalan en el entorno de don Juan Carlos. Se diría que Sánchez ha querido pisar el acelerador rumbo a ese referéndum que tumbe la monarquía y le permita acceder, finalmente, a su anhelado sueño de convertirse en presidente de la República.