Yolanda Díaz endurece su perfil para salvarse del 'fuego amigo' de Podemos
La responsable de Trabajo ha dejado atrás la imagen de “ministra del pacto”. En el Gobierno creen que Iglesias intentará eliminarla si Sánchez activa una crisis de gobierno
La ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, ha empezado el nuevo año de la misma forma en que terminó el anterior: lanzando una serie de pulsos a los ministros socialistas que no están gustando en la Moncloa. Primero fue la polémica con el Ministerio de Economía por la subida del Salario Mínimo Interprofesional; después llegó el reproche a Pedro Sánchez por su balance autocelebrativo de diciembre, y el pasado martes atacó directamente al ministro de Sanidad, Salvador Illa, por seguir en el cargo tras anunciar su candidatura para las elecciones catalanas de febrero.
Ante esos movimientos, en algunos ministerios socialistas consultados por Vozpópuli sostienen que Díaz ha endurecido su postura para evitar ataques de su propio partido de cara a una crisis ministerial que se prevé para después de las elecciones catalanas. “Díaz jugó a ser la parte sensata. En eso desafió a Iglesias. Pero ahora ha dejado atrás la imagen de ministra del pacto”, afirman las fuentes consultadas.
Estas fuentes sostienen que si la ministra no logra ganar sus apuestas en el salario mínimo y la derogación de la reforma laboral, los propios morados podrían dejarla caer si se acerca una crisis ministerial. “Calviño no se la va a cargar, lo harán ellos”, zanjan desde los ministerios socialistas. “Es de manual”, insisten.
En el pasado otoño, Díaz se erigió en la ministra de Podemos más proclive a llegar a un entendimiento con Calviño y José Luis Escrivá, ambos en la lista negra de Pablo Iglesias. Esa postura conciliadora irritó a parte de la cúpula morada, tal y como desveló Vozpópuli. La palabra "traidora" apareció en algunas conversaciones internas del partido, donde miraron con recelo algunos viajes de la ministra a varias comunidades autónomas. Ahora, la sensación compartida en algunos sectores de Podemos y en otros departamentos económicos socialistas es que ese movimiento le puede pasar factura.
Buena relación personal con Iglesias
Oficialmente, en Podemos aseguran que la relación entre Iglesias y Díaz es buena. Pero reconocen que la responsable de Trabajo fue “traicionada” por Sánchez en la negociación por el Salario Mínimo. La ministra prometió a Sánchez respetar el diálogo social y buscar siempre el acuerdo de los sindicatos y la patronal para avanzar en sus peticiones.
Sin embargo, Sánchez de repente reculó. El presidente quiso frenar el aumento del SMI para no dejar a Iglesias rentabilizar otro anuncio de política social. Acto seguido, el presidente de la patronal hizo saltar la negociación, y Díaz se quedó descolocada.
Calviño, por su parte, que parecía otra valedora de la ministra de Trabajo, se alineó con Sánchez. Calviño considera equivocado avanzar hacia una subida del salario mínimo: los precios al consumo están estancados y según su ministerio este es el momento de crear empleo. Trabajo, que dispone de los informes reservados internos que hablan de pérdidas de puesto de trabajo si se sube el SMI, no ha entrado a valorar las cifras, pero no quiere darse por vencido.
Apoyo de los sindicatos
Díaz goza del apoyo de los sindicatos. Las centrales sindicales admiten que la interlocución es constante y que la ministra no actúa sin antes tener su visto bueno. A medida que sube la presión de los sindicatos, la ministra hace suya sus reivindicaciones (en el SMI, pero sobre todo en la recuperación de la negociación colectiva).
Pero ese apoyo puede no ser suficiente, si Sánchez se decanta por un cambio de carteras después de las elecciones catalanas. De ser así, en Podemos aseguran que se garantizará su “cuota” de ministros, y que Iglesias tendrá la última palabra en los relevos de su sector. Algunos apuntan a que en el encuentro del pasado lunes con Sánchez los dos líderes empezaron a hablar de cambios en el Consejo de Ministros.
Como adelantó este diario, la Moncloa estudia una crisis ministerial desde antes del verano, pero coincidiendo con el debate presupuestario decidieron congelar ese proceso y esperar a la campaña de vacunación (que está arrancando ahora). Los tiempos de esta operación pueden ser claves para Díaz. "Van a cargarse a cualquiera que destaque", lanzan algunos dirigentes críticos con la dirección madrileña, que añaden: "Yolanda va con Yolanda, y esto no gusta al entorno de Iglesias".
Es por ello que Díaz se encuentra de repente en territorio desconocido. El pasado 30 de diciembre la ministra sorprendió con unas declaraciones críticas hacia el propio Sánchez. Cuestionó el plan orquestado en la Moncloa para que un núcleo de observadores supuestamente externos, y en realidad afines al Ejecutivo, evaluara la actuación del Gobierno en este año de pandemia. “Los balances son balances de crisis" y "debe hacerlos la ciudadanía", comentó.
Temor a Illa en las catalanas
Esa crítica cumplió con el interés de Podemos y de parte del sindicato de dar un toque de atención al PSOE. Lo mismo ha ocurrido con Illa. Díaz afirmó que “sería conveniente” que el ministro dejara el cargo “con rapidez”. “Hoy ya es campaña electoral en Cataluña, la pandemia requiere de toda la concentración, el ánimo, la inteligencia y la entrega”, mantuvo alineándose con la posición de los morados, preocupados por el papel del socialista en los comicios catalanes.
Otro diputado de Unidas Podemos, Juantxo Uralde, uno de los más afines a Iglesias, había expresado algo parecido el día anterior. “Estamos acostumbrados a campañas largas y aunque los comicios sean en febrero ya sabemos que, desde que se anuncian unas elecciones, todo el mundo se pone en modo precampaña. Por ello, Illa debe dejar el Ministerio y dedicarse a ser candidato”, dijo. Uralde se sumó a la oposición en la primera declaración pública de Podemos en el nuevo año.
En cuanto a Díaz, desde el pasado mes de julio, cuando se celebraron las elecciones gallegas en las que Podemos quedó sin diputados, no se apreciaba un giro tan radical de su discurso político. Entonces, la ministra alimentó las críticas internas por alejarse de las polémicas avivadas por los morados. Y estalló la polémica sobre su carnet de Izquierda Unida. Ahora, en cambio, su planteamiento la convierte en la más convencida y batalladora de los ministros de Iglesias.