Tavares rescata al Real Madrid en Kaunas
La visita al Zalgiris, uno de los equipos más en forma de la competición, era una buena piedra de toque para valorar el crecimiento del equipo, cuyo inicio fue excepcional, al menos en la parcela ofensiva. Campazzo (11 puntos en esos diez minutos) y Carroll (12) lideraron el brillante ataque madridista. Un torrente ofensivo que los lituanos no conseguían frenar. Fluían las canastas, pero en ambas partes de la cancha, lo que permitió al Zalgiris llegar con vida al segundo cuarto (24-32, min. 10).
En los lituanos el peligro llegaba, casi siempre, en las manos de Walkup, capaz de anotar, asistir y hasta rebotear. Un hombre para todo de esos que tanto gustan a los entrenadores. Suyo fue el protagonismo en el parcial (13-0) que le dio la vuelta al marcador y obligó a Laso a pedir tiempo muerto (39-34, min. 17).
El salvavidas madridista fue Llull, el único capaz de encontrar el aro en medio del desconcierto del segundo cuarto. Al balear se unió Laprovittola y entre ambos mitigaron los daños antes del descanso, al que se llegó con un triple sobre la bocina de Walkup (54-48).
El enfado de Laso era evidente, pues a pesar del buen desempeño de su equipo en la parcela ofensiva, la mala defensa estaba condenando sus opciones. Trató de ajustar las piezas en el vestuario, pero la salida no fue buena y otra vez se escapó el Zalgiris (66-55, min. 25).
Sin Rudy Fernández -el especialista defensivo- en el banquillo, fue Campazzo el que asumió el liderazgo que exigía el equipo atrás y a su esfuerzo se sumaron los demás. Secó el Madrid a su rival y encontró a un Tavares desaparecido hasta entonces por los problemas de faltas. La mezcla resultó explosiva, pues fue poco a poco recuperando la distancia el Madrid gracias al dominio del pívto. Remontada cocinada a fuego lento, que se consumó ya en el último cuarto con dos triples consecutivos de Thomkpins y otro más de Campazzo (75-78, min. 33).
Exhibición de Tavares
Había hecho lo más difícil el conjunto blanco, que volvió a sufrir una de esas desconexiones que tanto le están castigando en este inicio de temporada. Otra vez el vaivén que mantiene inquieto a Laso y que se tradujo en un parcial de 7-0 que volvió a empinar el encuentro (82-78, min. 35). Quedaban cinco minutos y Laso puso en pista todo su cemento, incluido un Tavares al que había dado un mínimo descanso.
Cada ataque era por entonces un suplicio y cada canasta se celebraba como un gol. Quizá por eso, la diferencia amasada por los lituanos a falta de tres minutos se antojaba casi definitiva (86-81, min. 37). Se agarró entonces el Madrid a la pista, exhibiendo ese espíritu indomable que ha sido su seña de identidad en la última década y encarnado, esta vez, en la figura infinita de Tavares.
El pívot se creció, monopolizando todas las acciones de ataque del equipo. Todos le buscaban, pues su superioridad cerca del aro era evidente. Así fueron cayendo los puntos para el Madrid. Primero con un buen gancho; luego con un mate y luego con un alley oop finalizado con rabia. Su exhibición (22 puntos y 12 rebotes) la cerró con dos tiros libres que encarrilaron la victoria blanca (86-89), sellada poco después con dos tiros libres de Campazzo, que a su esfuerzo defensivo terminó sumando 19 puntos y 10 asistencias. Enésima exhibición de la pareja más determinante del Real Madrid, que regaló un triunfo vital para seguir mirando hacia arriba en la clasificación.