El Barcelona firma una proeza ante el Benfica y vence jugando con diez 70 minutos (0-1)
Los tópicos en el fútbol muchas veces son una realidad, más allá de que en ocasiones se repitan una y otra vez sin ton ni son. Está claro que los partido se puede complicar por cualquier detalle, por un rebote, por una roja... Y al Barcelona, que el año pasado lo sufrió en la vuelta de los cuartos de la Champions contra el PSG con la expulsión de Araujo, le volvió a ocurrir en la ida de octavos, en esta ocasión con Cubarsí como protagonista. A los 20 minutos, el joven central tuvo que tomar una decisión, y fue equivocada. Se coló Pavlidis, el defensa pensó que iba a llegar a despejar y arriesgó. Se llevó por delante al atacante. Tarjeta roja con 70 minutos por delante y ante un rival intenso que, eso sí, estaba ya siendo sometido. Se quejó el Barcelona de una posible falta previa a De Jong.
Recordó la situación a lo del curso pasado, pero el desenlace fue diferente, a la espera de lo que suceda en la vuelta. Resistió el Barça, mostrando que es un equipo más maduro pese a los despistes que tiene en los comienzos y los finales de algunos partido, y supo aprovechar su momento y el estado de forma de Raphinha para, además, irse con ventaja. Aunque el dueño de la mayor parte del partido, con diez y con once, fue Pedri. Firmó una proeza el conjunto español, que también tuvo el punto de suerte necesario y a un Szczesny soberbio en las embestidas del Benfica. Curiosamente, lo hizo en el campo en el que empezó a ser titular de verdad y en el que cometió dos errores de bulto. Esta vez, el cero en el marcador azulgrana tiene su sello.
Del susto al dominio del Barça
No tardó en tener que intervenir el polaco ante el remate clarísimo de Akturkoglu. El susto no le duró demasiado al Barça, que poco a poco empezó a tener presencia con el balón, cuando sus futbolistas más técnicos se asociaban: De Jong, Pedri o Dani Olmo eran los dueños de la pelota y esa es buena señal para los azulgrana. Olmo ya tuvo una ocasión a la contra, cuando el Benfica todavía podía presionar alto. Después, no fue capaz porque lo encerró en su área el conjunto español, que perdonó la más clara en los pies de Lewandowski, en dos ocasiones, más un tercer rechace que Lamine Yamal no acertó a llevar a la red.
Cambio de guion
La expulsión cambió el guion del partido porque hizo que el balón cambiara de amo. Ya lo tenía más el conjunto portugués, mientras el Barcelona tuvo que replegarse, pensando en lo que quedaba por delante, incluida la vuelta. Sobrevivir era la palabra, pero eso no se hace sólo defendiendo. También atacaba, aunque a los espacios, con las conducciones de De Jong, las descargas de Pedri o los regates de Lamine. No podía hacer su juego de recuperación tras pérdida con la defensa muy adelantada, pero dio sensación de peligro, sobre todo en una «colada» de Raphinha, muy clara. El brasileño se quedó a medias entre rematar y pasar, y no salió bien. En el otro lado, Szczesny tuvo que volver a anular a Akturkoglu. Fue casi la única llegada de los lusos desde la expulsión hasta el descanso. Araujo, que entró por Dani Olmo, el sacrificado por la roja, e Iñigo Martínez estaban sólidos.
El gol de Raphinha
Sufrió después el Barcelona, cuando Carreras comenzó a carburar por el lado izquierdo del ataque portugués. Ahí fue cuando Szczesny tuvo que hacer una de sus mejores paradas, ante el tiro de Aursnes. Hubo más, que eran más sencillas, pero había que hacerlas. Flick buscó protegerse con la presencia de Ferran, más trabajador que Lamine. Redujo daños el equipo catalán y Pedri asumió el control con su capacidad para retener el balón, enseñarlo, atraer rivales... Cuando lo tenía él, era un respiro para el Barça, aunque el gol llegó en una recuperación de Raphinha, que remató desde lejos. Tuvo algo de fortuna porque el esférico rozó en Otamendi y se ajustó más al palo.
Volvió a la carga otra vez el Benfica y ahí ya tocó resistir como fuera, con Araujo e Iñigo protegiendo el área, e incluso Balde cojo. Acabó sufriendo, pero nunca le perdió la cara al partido.