El Real Madrid se cae del alambre y pierde contra el Valencia (1-2)
Llega el momento decisivo de la temporada y da la impresión de que el Madrid no ha avanzado mucho respecto a los problemas que lleva arrastrando toda la temporada. Es un equipo al que le cuesta crear, que no es constante y que tiene poca fiabilidad atrás. Es verdad que pudo ganar al Valencia, pero en la segunda parte fue un quiero y no puedo, un quiero y me estrello contra Mamardashvili, un ataque continuo con más corazón que orden, más empuje que fútbol. Y ni siquiera le salió. El Valencia vivió en su campo todo el segundo tiempo hasta que salió de él, cazó al Madrid y le derrotó ante una afición que empieza a dudar de muchas cosas cuando había que estar segura de casi todo.
Duda, por ejemplo, de Vinicius, el futbolista que salvó la eliminatoria contra la Real Sociedad, pero que al comienzo del encuentro falló un penalti cometido sobre Mbappé. Ha fallado los últimos que ha tirado el brasileño y hay gente en la grada del estadio que empieza a quedarse con lo malo y no con lo bueno. Es peligroso eso, porque pocos lugares tienen una memoria tan selectiva como el estadio blanco.
No fue la primera parte de Vinicius ni de nadie en el Real Madrid. Fueron cuarenta y cinco minutos para tirar a la basura y, a ser posible, olvidarlos cuanto antes. Lleva varios así el equipo de Ancelotti esta temporada, así que habrá que empezar a pensar que no es casualidad y que al equipo le falta algo o alguien que le enchufe.
Puede que la ausencia de Ceballos esté doliendo mucho más de lo que se preveía, porque aunque Modric está jugando más de lo previsto, no consigue llevar al equipo donde debería. El Valencia, que llegaba al Bernabéu con el ánimo de sacar algo positivo, pero también con la idea de que hacía falta algo más que un milagro, se encontró con un rival que no daba miedo y que ha convertido las jugadas a balón parado en una especie de lotería, para bien y para mal. Para bien porque marca goles de esa manera; para mal porque ya son muchos los que le están cayendo de ese modo. Ni siquiera con centrales como Rüdiger y Tchouameni consigue dominar el área pequeña. Lo aprovechó Diakhaby para hacer un tanto inesperado. Casi fue mejor el que se marcó poco después en su portería, un chutazo cruzado al palo que el VAR anuló por fuera de juego de Mbappé. Fue la mejor ocasión de un Madrid aburrido y con menos pasión de la que se espera cuando tienes tanto en juego.
En la segunda parte cambió el espíritu y el equipo consiguió transmitir a sus aficionados que sí le importa lo que pase. Lo que se vivió entonces fue otra cosa, puede que no mejor: impotencia.
Porque Vinicius empató tras un saque de esquina nada más comenzar el segundo tiempo y eso tenía que anunciar la remontada. Quedaba toda la segunda parte, el Valencia ya no iba tan ligero por la vida, ya que ni Javi Guerra ni Almeida podían volver a imponerse por el centro; y el Madrid, ahora sí, mordía donde tenía que morder. Mbappé se cansó de rematar sin suerte y Mamardashvili se ganó ser perdonado por otros errores que ha tenido en otros encuentros.
Que este Valencia no es el mismo que agonizaba por la parte baja de la tabla se vio en su manera de superar el ataque blanco. Tampoco fue una tormenta, que no le llega al Madrid para eso, o no ahora por lo menos. Fue un acoso, empujar, llegar al área. Fue demostrar que, a diferencia de la primera parte, había vida y entusiasmo en ese equipo.
Pero es un equipo que lleva gran parte del curso con el agua al cuello, con resultados cortos, escondiendo así algunas carencias no tan leves. No siempre le llega para salvarse. Ancelotti cambió todo, el equipo se cegó por la urgencia y en una contra, el Valencia ganó.