Dejar la ciudad. Frescor de pinos a cuatro grados. La leña en las casas mientras la Capital va cociéndose en sus cosas, en sus narcos y en sus puñaladas. Hay que dejar la ciudad, digamos que el domingo, y poner dirección Norte hacia la Vieja Castilla de Delibes. Es poner el pie en El Espinar, por ejemplo, y encontrarse en otro mundo. La plaza, los niños patinando sin temor, un podenco vigilando la villa y dentro, en el primer bar con ración de caracoles, una discusión sobre competencias entre Administraciones... Читать дальше...