Sobre el ejercicio de la traducción, particularmente de la poesía, planea la sombra alargada de dos sentencias que, sacadas de contexto, suenan a demoledoras: el dicho italiano «Traduttore, traditore», o sea, «traductor, traidor», sobre la inexactitud y las dudas inherentes al acto de traducir; y la sentencia del poeta norteamericano Robert Frost que define la poesía como «justo lo que se pierde en la traducción». Respecto a esta máxima tan conocida, por chocante, apostilla con mucho tino y sutileza... Читать дальше...