Nada más caer, Simone Biles (27 años) ya sonreía. Sabía que le había salido bien ese primer salto, su Biles II, con el que deslumbró al personal, como suele hacer siempre esta gimnasta superior. Es tan expresiva que se le nota enseguida cuándo le va bien y cuándo le va mal. Si en Tokio todo eran caras largas, en París empieza a dibujar una sonrisa de oreja a oreja porque son tres oros ya, volviendo al lugar que le corresponde, recuperada la primera posición en este elemento, y del que salió hacia tres años empujada por los fantasmas... Читать дальше...