No sabe Pere Aragonès si buscar criada o ponerse a servir; si echarse al monte o conformarse con una «alianza plural para una reforma estructural que garantice la singularidad de los territorios» como la que ayer le propuso Ximo Puig; si darle un ultimátum a Pedro Sánchez o resignarse, como un agente social del montón, a dialogar con Yolanda Díaz; si dejarse atropellar por la CUP o chulear por La Moncloa, si ampliar el aeropuerto de El Prat con los 1.700 millones de euros que le daba el Gobierno o ponerse a jugar con una cometa, que es más sostenible, sobre todo cuando hace viento y tramontana. Incapaz de independizarse de sus propias contradicciones, que van de lo más prosaico...
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