Será la medicación para lo mío, que andaré descompensado, o el dichoso estrés posvacacional pero les confieso que últimamente cada vez que sale la Colau se me aparecen justo al lado mis idolatrados Monty Python y su imprescindible ‘La vida de Brian’.
Me volvió a ocurrir este lunes. La superheroína que dejó la capa para darnos la vara ha aceptado que una calle de Barcelona deje de llamarse de los Reyes Católicos porque, cáspita, fue bautizada por la oprobiosa dictadura de Primo de Rivera y eso es anatema para un puñado de parroquianos. Ahí los tienen en el casal vecinal discutiendo no de la limpieza del barrio, ni de las fiestas, el ruido o la delincuencia, no. A estos remedos...
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