Estamos en plena «transvaloración de los valores» que predijo el chiflado que abrazaba en las calles a los caballos apaleados por los cocheros turineses. El delito de odio acaba con el Derecho, que sólo debiera ocuparse de actos (no de sentimientos), y la política de manicomio acaba con las cabezas.
Con la palabra ‘homofobia’ ocurre como con la palabra ‘democracia’ cuando los locos del 78 la cogieron como perrita de rehala para salir de caza y nos la convirtieron en ese endriago de mixtolobo que nos confina ilegalmente con mayor impunidad que la peor dictadura fascista o comunista, pues en esas dictaduras los prisioneros no ovacionan, como aquí, a sus carceleros, sin que ningún diputadejo (¡ay, los constitucionalistas de hojalata!) de...
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