Nunca me ha gustado que a los actores de reparto les llamen ‘secundarios’, ni que se refieran a los figurantes como ‘extras’, que es como les dicen los que no pertenecen a la profesión. Hay en los figurantes, en casi todos los miembros de la ‘figuración distinguida’, en ellas y en ellos, algo triste, de pudo haber sido, marchito, sobre todo a esa hora soleada del mediodía en que comen el bocadillo (en los años sesenta, la bolsa de Revertito, con el filete empanado y el plátano), cuando charlan por los codos contándose otra vez que Juanpe le dio un beso a Sofía Loren en Ávila o la suerte que tenía Mariela en ‘El regreso de los siete magníficos’, y...
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