El Gobierno no ha tenido más remedio que rendirse a la evidencia y plasmar por escrito ante la Unión Europea su impotencia e incapacidad para reducir el recibo de la luz en España. Pedro Sánchez es consciente de que una merma en el bolsillo de los ciudadanos suele tener efectos electorales catastróficos para el Gobierno que la provoca. Le ocurrió a José Luis Rodríguez Zapatero cuando negó reiteradamente la crisis de 2008 y después su Gobierno colapsó. Esa enmienda a la totalidad que planteó el electorado al PSOE en 2011 es la que quiere evitarse ahora Sánchez, y pide ayuda a la UE porque en el fondo asume que los parcheos continuos con la luz son inservibles, porque la rebaja impositiva en el recibo puede ser insuficiente, y porque hay muchos indicios jurídicos de que su ofensiva para penalizar los beneficios de las empresas eléctricas tenga aspectos ilegales. Tras la incompetencia, el populismo. Y tras el populismo, la petición de auxilio a la UE porque nada le cuadra a Moncloa.