El insulto es el refugio de los yermos. Es una demostración de simplismo mental, un sonajero de bebé. El maestro Juan Peña ‘El Lebrijano’, que vivió tan a lo ancho que podría contar su edad como la de los perros -cada año suyo vale por siete nuestros- sufrió una vez una crítica descabellada que el autor titulaba así: «Cantó como una gallina pisada». Pero lejos de enfadarse con el crítico, uno de esos típicos polemistas que con su maldad tapan su falta de talento, se apiadó de él: «Ha puesto eso porque no sabe escribir. Si supiera, me habría dicho cosas mucho peores». Ole. La sentencia del cantaor vale también para el diputado de Vox que llamó ‘bruja’ a una... Ver Más