'La France et l'Amérique'
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En la decisiva batalla de Yorktown de 1781, la rendición de Lord Cornwallis se logró gracias a la participación de tropas francesas y la presencia de la Armada francesa en la bahía del Chesapeake, cortando la retirada a los humillados ingleses. A cambio de este respaldo crítico, Estados Unidos se comprometió a no firmar una paz por separado con Londres y a seguir luchando junto a Francia y sus socios europeos (por ejemplo, España en su lucha para recuperar Gibraltar).
No hubo que esperar mucho tiempo para que Estados Unidos ya como nación independiente renegase de su más veterano aliado francés. Benjamin Franklin, John Adams y John Jay se reunieron con los ingleses y ante una oferta irresistible firmaron una paz por separado. Por supuesto, la revolución de 1789 transformó para siempre a Francia, generando iniciales simpatías entre los estadounidenses ante lo que percibían como un contagioso éxito de su genuino modelo de republicanismo democrático.
Polarizado desde su nacimiento, la revolución francesa sirvió también para dividir a Estados Unidos. Thomas Jefferson y sus partidarios anti-federalistas respaldaban la nueva Francia. Mientras que George Washington y Alexander Hamilton rechazaban la violencia, el terror, el caos y todos los sangrientos abusos perpetrados. Y la clave es que a pesar de la decisiva alianza de 1778, cuando la Francia revolucionaria asediada por el amenazado Antiguo Régimen pidió que Estados Unidos devolviera el favor, la respuesta fue ‘thanks but no thanks’ por razones de conveniencia, aislacionismo, unilateralismo, pragmatismo o como se quiera decir.