La Real ha entrado en otra dimensión. Las señales llegan desde diferentes puntos cardinales. El que marca el rumbo es su entrenador. Admirable. Nunca hay un pero, una excusa, una justificación en el discurso de
Imanol. Siempre un paso al frente, nunca uno hacia atrás. Y eso llega. Cala. Convence. Convierte a un equipo, que además lleva dos años comprobando que el método funciona, en valiente. “Cuando era entrenador del Sanse nada me hacía más ilusión que cinco jugadores subieran con el primer equipo”. El mensaje es potente, claro, para que nadie tenga la tentación de confundirse. Y transmite tanta veracidad, que la cadena de transmisión vital de la Real, la de toda la vida, adquiere ahora la mayor dimensión en muchos años porque el que más cree en ella,
Imanol, está al frente de las operaciones. Y sólo unas horas después, el Sevilla que apenas pudo maniobrar en Anoeta le mete tres goles en 22 minutos al Valencia. Casualidad, dirá alguno. O no. Como las lesiones de la Real. Lo fácil, y demagógico también, es poner todo en cuestión. Las explicaciones de
Alguacil están ahí, para el que las quiera creer. Argumentos de quien maneja el método. El que ha transformado a la Real en estos dos años. El que le ha hecho campeona. El que le tiene en Europa y peleando con los mejores. El que ha creado un marco para siempre creer que se puede, por mayor que sea la adversidad. Ambición sin excusas. Y unos automatismos con los que el equipo siempre salta seguro al campo. Y una confianza que hace que cualquier jugador del Sanse al que se recurra no sienta miedo. La Real ha entrado en otra dimensión porque hoy una gran mayoría de su afición cree que, aunque tiene más de un tercio de la plantilla de baja, su equipo puede ganar.
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