El Fanguito: un barrio sin soluciones ni esperanza
LA HABANA, Cuba. ─ A raíz de las protestas de los días 11 y 12 de julio, el gobernante cubano, Miguel Díaz-Canel, para aplacar los ánimos, ha visitado algunas de las barriadas más desfavorecidas de la capital con la finalidad de conocer sobre los trabajos que se efectúan en esos lugares para mejorar las precarias condiciones de vida de sus habitantes.
Uno de los barrios visitados por Díaz-Canel es El Fanguito, en el municipio de Plaza de la Revolución. Se trata de una estrecha franja de territorio que se extiende por la margen derecha del río Almendares, desde el puente del mismo nombre, en la intersección de las calles 23 y 32, hasta la calle 26, muy cerca del llamado Puente de Hierro.
La mayoría de los habitantes de El Fanguito son personas de otras provincias. Muchas de ellas, a pesar de llevar años asentadas en La Habana, son consideradas como “ilegales” por carecer de una dirección reconocida por las autoridades.
Trabajé en El Fanguito a finales de los años 80 como maestro en la Educación de Adultos. En esa época me relacioné con muchos residentes del lugar y pude constatar las difíciles condiciones en que vivían. Las chozas de madera con papel de techo eran lo más común. En cierta ocasión, vi como un incendio motivado por la explosión de una cocina de queroseno destruyó más de veinte de estas casuchas.
Durante el paso de ciclones y cuando llovía mucho las casas más cercanas a la orilla del río estaban a expensa de la crecida de las aguas. Por esa época, la policía hacía batidas para desalojar a los pobladores de las casas cercanas al río. Pero estos, con ayuda de sus vecinos, volvían de madrugada y levantaban de nuevo sus chozas antes de que amaneciera. Así lograban mantenerse por varios años allí.
Volví a El Fanguito en estos días para visitar a algunos de mis antiguos amigos y pude comprobar que sus condiciones de vida no han mejorado mucho. Ahora hay más viviendas de mampostería, algunas hasta confortables, y muchas a medio hacer. Sin embargo, casi la totalidad de estas fueron hechas con recursos propios por sus moradores y no por el Estado, que solo se ha ocupado de pintar algunas fachadas para ofrecer una mejor impresión. Muchas de las casas cercanas a la orilla del río todavía son de madera, no muy diferentes de las que existían hace más de tres décadas. Por tanto, el peligro por inundaciones e incendios es el mismo.
Uno de los bloques de la Secundaria Básica, con el estilo constructivo de las escuelas en el campo, al final de la calle 30, se destinó para albergar a varias familias cuyas viviendas estaban en críticas condiciones.
¿Qué observé nuevo en el barrio? La pavimentación que se realiza en su única calle principal, alguna de las calles secundarias y los callejones de entrada a esos conglomerados habitacionales que se hacen sin orden ni planificación. En la calle principal, además de estar pavimentada, ahora hay aceras, que antes no había. Pero hay numerosos salideros de aguas albañales que inevitablemente afectarán la pavimentación.
Durante su visita a El Fanguito Díaz-Canel alentó a los pobladores a plantear sus principales dificultades para tratar de dar solución a las mismas, pero advirtió que no hay recursos para resolver todos los problemas.
El asunto primordial en El Fanguito es que sus pobladores tengan viviendas decorosas. Y esa, a 62 años del triunfo de la Revolución, sigue siendo una de las asignaturas pendientes del Programa del Moncada de Fidel Castro, y no se va a solucionar con visitas ni discursos de la plana mayor del régimen.
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