El españolejo joven no entiende que los diputados encarcelen ilegalmente a los ciudadanos y la cosa quede en anécdota de ‘la democracia’.
¿Por qué no ocurre nada? Porque dos siglos de propaganda política han privado de sentido a las palabras, que ya no designan lo que nombran. Los partidos se saltan la ley (la defensa de todos contra uno) y la Constitución (la defensa de uno contra todos) por humanitarismo («salvar vidas», lo llaman: Bolinaga, Galhi, Covid…), y los juristas bilduetarras Merche y Óscar expresan su preocupación a los juristas socialistas Bolaños y Simancas (¡esto es Weimar!) por «el auge de los discursos de odio».
El Congreso puede encarcelar ilegalmente (y sin consecuencias) a la ciudadanía porque lo que llamamos Constitución es...
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