La escena no tiene desperdicio. Domina el plano un señor con barba blanca, pinta de haber sido misionero comboniano y haberlo dejado tras enamorarse de la hija del hechicero de la tribu. Bueno, de hecho, un señor con barba blanca y pinta de hechicero de la tribu, un poco bardo, trovador, gafas de progre y aspecto de fumarse los trujas de tres en tres. Tiene cara de actor secundario, a mi me suenan de algo esos aires de explorador, los aromas de profesor sindicalista y esa muy española guitarra colgada en el pecho con algunas frases escritas con típex. O quizá ha mangado el rotulador blanco a su sobrino el grafitero. Las frases de la guitarrita no dan lugar a...
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