Después de 105 victorias, pesa esta tercera derrota en París, cortado el camino para Rafael Nadal en semifinales y que trastoca este 2021, que se había dispuesto para esta meta, como cada año. Un adiós ante Novak Djokovic, que hoy juega la final contra Stefanos Tsitsipas (15.00 horas, Eurosport), y que ha creado dudas e incógnitas. El curso gira, siempre lo ha dicho, para estas dos semanas del calendario que ahora hay que rehacer.
«Estoy triste, claro, he perdido en el torneo más importante del año para mí, pero la vida sigue. Volveré con la ilusión de darme otra oportunidad. Ahora iré a Mallorca; a respirar un poco, disfrutar del buen tiempo y ya poco a poco se sabrá qué es lo siguiente, que ahora mismo tiene poca importancia», aceptó de primeras, directo de la pista porque la derrota es de las que marcan y buscaba la vía de escape cuanto antes.
Ha sido mes y medio de burbuja, aislado del mundo solo con sus entrenadores, Francis Roig y Carlos Moyà, y su fisioterapeuta, Rafael Maymò. Y también la descompresión cuesta. Sobre todo si llega antes de lo esperado, alterados los planes contra Djokovic, en la semifinal. De ahí que ahondara en la idea de que necesita tiempo. Por ahora, solo una certeza: «En Mallorca no jugaré. Acabo de jugar un partido muy largo y tengo la edad que tengo. No hay ninguna opción, primero, porque no juego un torneo en la semana previa a un Grand Slam. Segundo, no estoy preparado para ponerme a entrenarme en la hierba en tres días, después de estar jugando aquí estas dos semanas, es insostenible», explicó.
Más allá, puertas abiertas a todas las opciones, también la de ausentarse de Wimbledon, que comienza el 28 de junio. La pandemia obligó a Roland Garros a retrasar su inicio una semana y acortó, por tanto, la gira de hierba; la transición es tan brusca que no se sabe quién es campeón en París y ya hay títulos en juego en Nottingham y Stuttgart, antesala del Grand Slam londinense. Nadal ha conquistado Wimbledon en dos ocasiones, pero le ha sido esquivo la última década (2008, 2010). Las medidas sanitarias, además, obligan a una cuarentena de cinco días antes de jugar y el calendario no se puede expandir. «Es diferente cuando tenía 25, 26, 27 años. Con 35 tengo que ver cómo me recupero en todos los sentidos, y después se tomará la decisión de si juego en Wimbledon, o si no juego. Ahora no estoy capacitado para decidir; no tengo ni el físico y ni la frialdad mental para pensar a dos semanas vista. Tengo que digerirlo todo».
Y sin parón, los Juegos Olímpicos (23 de julio-8 de agosto) de los que ya indicó que podría saltárselos este año en el que las condiciones de Tokio 2020 no permitirán la experiencia que sí disfrutó en Río. «En un mundo normal nunca me saltaría unos Juegos, con lo importantes que son para mí -oro olímpico en individual en Pekín 2008 y de dobles en Río 2016-, pero en estas situaciones, veremos en un par de meses», admitía, pendientes de su decisión para cerrar las plazas.
Sopesará pros y contras, porque, sin solución de continuidad, llegará el US Open (30 de agosto-7 de septiembre) y las ganas tras ausentarse el año pasado por la pandemia y los puntos que puede ganar o perder, pueden orientarlo hacia Nueva York en lugar de hacia Tokio. En París ha descubierto la gran diferencia entre ser número 2 o número 3, pues el duelo que decide todo puede llegar antes de lo esperado y crear dudas, interrogantes y trastocar todos los planes.