«Una desgracia puede romper una pareja o unirla para siempre», reconoce Javier Gutiérrez al hablar de 'Honeymoon', una película que combina géneros, desde el thriller a la comedia negra , para mostrar el viaje desesperado de un matrimonio en crisis: «Ambos se han perdido el respeto y están en una relación tóxica, pero la muerte de su hijo lo cambia todo. Es también una historia sobre las segundas oportunidades. Yo creo que en el amor todos merecemos una segunda oportunidad». Si él pudiera disfrutar de una, «trataría de no repetir errores con los que he podido hacer daño a la gente que quiero». Aunque asume que se va a quedar con las ganas: «Con el tiempo y las rupturas me he vuelto más pragmático. Antes era mucho más romántico». Puede que lo sea más de lo que quiera reconocer. El pasado 8 de octubre publicó una foto con su chica, Kika , a la que dedicó unas tiernas palabras y emojis con forma de corazón: «Hoy es nuestro día y lo celebramos con muchos besos». No puede negar que está enamorado : «Pero en las redes lo expreso según el día. Las uso más por trabajo, pero si puedo me gusta mandar algún guiño sin ser empalagoso. Tampoco me gusta quedar demasiado expuesto». Javier se reconoce como un hombre detallista: «Acabo de ir a regalarle una botella de vino a mi doctora. Soy de dar los buenos días, decir por favor… Creo que debemos poner de nuestra parte por hacer lo mejor por los demás». También se confiesa un soñador, «aunque tengo los pies en la tierra. Pero es importante ilusionarse». Si hay algo que quisiera matizar es su perfeccionismo: «Es demasiado, es algo a revisar porque me supera». Con los años, y la familia, se ha vuelto un animal diurno. «Antes era noctámbulo. Me pasaba las noches leyendo, cocinando. Pero la paternidad te obliga a vivir de día, te impone unas reglas», asegura. Aunque es ordenado y dado a las rutinas, reconoce que le seduce la improvisación: «Me gustan los 'accidentes' que te obligan a cambiar de planes, es una forma de ver que la vida siempre te sorprende». En casa tienen una norma, nada de móviles: «Los dejamos aparcados para estar tranquilos. A veces tardo días en contestar un mensaje y la gente se molesta porque todos viven en la inmediatez». Por eso le gusta tanto 'Honeymoon', «porque la película va en contra de la prisa, de la inmediatez, que es algo que detesto». Si hay algo que le cambió para siempre fue la paternidad, porque «la responsabilidad te hace madurar. De pronto te invaden miedos e inseguridades, ya que hay personitas que dependen de ti. Ganas felicidad, pero también angustia, sobre todo en un mundo tan polarizado y hostil como el que vivimos». Con su hijo Mateo , con síndrome de Down, Javier protagoniza una cruzada por la visibilidad de la discapacidad: «Al principio me sentía agredido por la mirada de la gente. Hasta hace poco, por educación, la sociedad no estaba preparada, era un tema tabú. Creo que es importante cambiar la mirada hacia la discapacidad». El niño que se ponía enfermo A Javier no se le olvida el frío y la humedad de Ferrol: «Yo tenía cierta tendencia a enfermar y, aunque nos gustaba jugar en la calle, llovía mucho, así que los fines de semana los solía pasar encerrado en mi habitación leyendo, jugando a los soldados, organizando ejércitos y guerras. Como me gustaba el fútbol, ya de pequeño escuchaba a José María García , me entretenía retransmitiendo los partidos que organizaba con los cromos y las cintas de casete con las que montaba las piezas que hacían las veces de jugadores». Por entonces alimentaba su imaginación creando sus mundos. Era un niño algo retraído: «Los actores somos grandes tímidos, pero luego en nuestro trabajo todo es exposición. La interpretación me ha ahorrado mucha terapia. De crío imitaba a los vecinos y en las reuniones familiares, a los cantantes que escuchaban mis hermanas mayores. Luego, ya en el instituto, un profesor me descubrió a Lorca y me subió a un escenario con 'El público'». A los 18 años se fue a Madrid y lo primero que hizo fue gastarse 100 pesetas en el Teatro Español para ver 'Las mocedades del Cid': «Siempre he tenido una visión romántica de esta profesión. Mi sueño era tener mi familia teatral, como en 'El viaje a ninguna parte', con mis compañeros, mi repertorio». Su verdadera familia, sus dos hermanas y, sobre todo, su madre, ocupan un lugar importante en su vida . «Me he criado en un matriarcado, eso me ha dado una sensibilidad que nunca me ha importado mostrar. Mi madre ha sido una heroína que nos sacó adelante ella sola. Mi padre se separó, luego falleció y nos dejó huérfanos. Pero mi madre nunca se rindió. Nunca me ha gustado el concepto de empoderamiento, pero ella fue una pionera», asegura.