¿Fue la de 2024 la última “Caravana de la Libertad”?
LA HABANA, Cuba. — Este lunes 8 —¡por fin!— terminó la puesta en escena de la llamada “Caravana de la Libertad”, que cada enero orquesta el régimen de La Habana. Se trata de una reedición del evento original, que tuvo lugar en los primeros días de 1959, tras el triunfo de la revolución castrista. En un país hambreado, en el que todo escasea, donde a veces no hay combustible ni para una ambulancia que pudiera salvar la vida de un herido, el régimen no vacila en asignárselo a los camiones y otros vehículos que participan en ese show, recorriendo la Isla de punta a cabo.
En este 2024, a casi dos tercios de siglo de los sucesos rememorados, su clausura correspondió a la llamada “Emisión Estelar del Noticiero Nacional de Televisión”, que informó sobre el arribo de los caravanistas a la capital de la República. No faltó algún anciano que se declarara “emocionado al ver la presencia de las nuevas generaciones” en el recibimiento. Claro que omitió un importante “detalle”: se trataba de estudiantes que los pedagogos castristas, sin molestarse en pedir la previa autorización de los padres, sacaron de sus planteles para llevarlos a “hacer bulto”.
Pero eso fue sólo el acto final. Durante toda la semana, los plumíferos de Cubadebate en las diferentes provincias se afanaban por dotar de cierto colorido sus reportajes sobre el desfile, repitiendo en ocasiones las palabras de los jefes comunistas locales. Al hacerlo, los escribidores no se mostraban reacios a la truculencia: “Aquí estamos los mambises, los rebeldes y los internacionalistas del siglo XXI” (Bayamo); “La luz del Apóstol guió la Caravana de la Libertad en Las Tunas”; “Seguimos haciendo Revolución” (Sancti Spíritus); “La épica de un país hecha poemas y canciones” (Santa Clara); “En una algarabía peculiar, la comitiva reeditó el recorrido que entonces hicieran los barbudos” (Cienfuegos).
La ocasión fue propicia para los actos formales de acogida, en las filas del partido único y de su destacamento juvenil (la Unión de Jóvenes Comunistas), de los contados cubanos que, a estas alturas del juego, están dispuestos a proclamar su adhesión a esa doctrina y portar el correspondiente carné rojo. El número de esos ingresos (a menudo mucho menor que el de quienes, hastiados de la inoperancia del régimen, entregan el carné) debe de ser bastante esmirriado, cosa que se refleja en que, como regla, no se ofrecen cifras.
A lo largo de toda la semana, estuvimos recibiendo en los medios de agitación y propaganda del castrocomunismo las diferentes entregas de esta especie de sainete. En cada emisión noticiosa, la aburrida repetición era abordada como si se tratase de la principal información de la jornada, la destinada a abrir cada uno de los noticiarios.
Es cierto que, para el aparato propagandístico del régimen (que actúa como si Cuba fuese el ombligo del mundo) la principal noticia del día tiene que ser, por fuerza, de carácter nacional. No importa, a estos efectos, si en algún otro rincón del mundo se ha desatado una guerra, ha habido un cambio político trascendental o un terremoto ha acabado con miles de vidas. La primera información tiene que provenir de nuestra Isla. Aun así, el mismo hecho de otorgar ese puesto de honor a dicho desfile, que reedita sucesos de 65 años de antigüedad, constituye la mejor demostración de lo mal que andan las cosas en nuestra Patria.
¿Pero qué representó la caravana! (la original, quiero decir). Ya fuera del país el general Batista, con las principales fortalezas bajo el mando de oficiales del Ejército Rebelde, con Manuel Urrutia (el nuevo Jefe de Estado nombrado por Castro) ya instalado en el Palacio Presidencial, ¿qué sentido podía tener ese interminable desfile a todo lo largo del país!
Considero que cualquiera que examine el asunto de manera imparcial convendrá en que se trató de una abierta campaña proselitista. Y debo puntualizar que esto no era de cara a unas hipotéticas elecciones democráticas. Estas fueron prometidas desde la Sierra Maestra en un plazo que primero fue de un año y después de dieciocho meses. Pero Fidel Castro jamás pensó en competir por el poder con algún conciudadano. En lugar de los comicios prometidos, él lanzó, un poco más tarde, una consigna pasmosa: “Elecciones, ¿para qué!”.
Pese a ello, el “Comandante en Jefe”, que ansiaba ejercer un poder omnímodo y vitalicio, sí aspiraba a ser ungido por una marea de pueblo. Y es verdad que lo logró con la caravana concebida y realizada por él. Pero está claro que, tras tanta retórica contra “los males de la politiquería” esgrimida desde las filas revolucionarias, no resultaba demasiado presentable esa especie de desfile electoral… sin elecciones.
Tanto es así, que el medio oficialista Cubadebate, remontándose a casi dos tercios de siglo atrás, se consideró en el deber de rememorar lo dicho al respecto por el “Máximo Líder”. Esto aparece en una información cuyo título reproduce unas palabras del personaje, en las que se pone de manifiesto lo que este pensaba sobre la modestia o falta de ella. Dice así: “Fidel Castro entra a La Habana hace 65 años: ‘Este es un momento decisivo de nuestra historia’”.
El medio propagandístico castrocomunista continúa haciéndose eco de las palabras del fundador de la dinastía imperante: “El recorrido tenía por objeto transportar la columna en apoyo de los compañeros que iban hacia la capital; yo pensaba pasar rápidamente”. Y prosigue: “Yo no tenía pensado hacer una marcha triunfal, ni mucho menos; me parece que eso estaría fuera de lugar en este momento”.
Llegado a este punto, confieso que rememoré el viejo refrán: dime de qué presumes y te diré de qué careces… Pero prosigamos con la cita: “Me parecía que era necesario que estuviésemos en La Habana cuanto antes, y todo el mundo sabía que necesitábamos estar en La Habana cuanto antes; pero ya veníamos en este recorrido, y no podía menos que atender al deseo del pueblo de hablar con nosotros”.
En el fragmento citado queda bien claro que fue este último —“el pueblo”— el supuesto responsable de haberlo detenido en las distinta ciudades y villas ubicadas a todo lo largo de la Carretera Central. Toda esa argumentación que los redactores de Cubadebate hacen citando las palabras de su “Máximo Líder” parece estar muy bien, pero yo les pregunto: Si todo eso es así como ustedes plantean, ¿entonces por qué la caravana abandonó la Central y se desvió hasta Cienfuegos!
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