Pablo d'Ors: «Con la literatura pasa como con el amor, lo pide todo»
Carlos Aganzo, director del Aula de Cultura ABC , presentó a Pablo d'Ors (Madrid, 1963) como un autor que combina «de manera magistral» sus dos grandes pasiones: el sacerdocio (o la espiritualidad) y el arte. Y el invitado a la nueva sesión de esta serie de encuentros organizados por la Fundación Vocento, autor de novelas y ensayos tan celebrados como 'Biografía del silencio', no defraudó. La excusa para la charla con D'Ors fue su último título, 'Los contemplativos', un libro de siete relatos que empezó a escribir en su cabeza cuando conoció a Franz Jalics , su gran maestro. «Se convirtió en mi maestro espiritual y de vida. Encontrar un gran maestro es lo más grande que la vida nos puede dar, y después un gran amor», explicó. Sobre espiritualidad y autoconocimiento versó el diálogo celebrado en el Círculo de Bellas Artes de Madrid. «Esto es lo que ahora me interesa: quién soy yo, quiénes somos nosotros. De la respuesta a esta pregunta, de la convivencia serena y alegre de la no respuesta a esta pregunta, va a depender todo lo demás. Desde hace 20-30 años, cuando leí a Kundera , entendí que el tema de la literatura es la identidad: una indagación en el misterio de la identidad humana», reflexionó. En ese sentido, dijo que todos los personajes de su último libro son él. «Soy el espíritu que aletea todo el libro -añadió-. Con la literatura pasa como con el amor: lo pide todo. O te entregas hasta el final o no merece la pena». ¿Por qué un autor que se sentía tan cómodo con el ensayo se ha escorado hacia la escritura de relatos? «Los ensayos amueblan la cabeza, pero las ficciones alimentan el alma», respondió D'Ors. «En realidad, yo soy más un narrador que un ensayista, esta medida de los relatos es mi medida. Cuando he escrito novelas, he emprendido algo desmedido para mi capacidad. Lo que me llama es la ética del individuo: contar una historia para crear un arquetipo. Antes tenía dos pasiones, y ahora es una sola, que se expresa bien con la literatura o con el sacerdocio, pero es lo mismo. Ya no estoy dividido», comentó. La escritura, en definitiva, es para el teólogo y fundador de la asociación Amigos del Desierto «un acto de revelación más que un acto de comunicación». El ego del escritor Hay siempre en D'Ors, eso sí, una voluntad de hacerse entender. «Intento escribir una literatura muy clara, que en todo momento el lector sepa de qué se está hablando y qué está pasando ahí. No creo que sea necesario hablar de manera tan críptica. Yo me decepcioné de la filosofía con Kant o Heidegger porque no tenía acceso a ellos. La verdad y el bien son para todos si se dicen claramente, y es muy emocionante cuando alguien lo consigue», dijo el autor de 'Los contemplativos'. Y todo esto está relacionado con el ego, continuó: «Mi literatura es la historia de cómo se puede ir poco a poco trascendiendo el ego. No digo que lo haya conseguido, pero estoy contento, estoy en el camino. No me interesa la literatura que deslumbra, sino la que alumbra. El escritor está al servicio de la vida». MÁS INFORMACIÓN noticia No Ángel Antonio Herrera: «Para mí la poesía es un proyecto espiritual, un sacerdocio» noticia No Javier Gomá: «Dentro de cien años el mundo será mucho más occidental» En eso anda D'Ors, con un lema personal: crecer y servir disfrutando. «Crecer es lo que he venido a hacer en este mundo. Servir es darlo a los demás, no quedármelo yo, hay que compartir el propio camino de lo que vas descubriendo. Y el criterio para saber que esto funciona, que estás creciendo bien y que estás sirviendo bien, es darte cuenta de que disfrutas». Buenos propósitos para un mundo en el que todo lo grave que ocurre no es nada en comparación con toda la bondad que hay, dijo: «Nuestra visión tan fatalista y oscura es un reflejo de nuestro fatalismo y fatalidad interior».