Cuando Pasolini convirtió a Segismundo en exiliado y a Rosaura en prostituta
Segismundo ya no es un príncipe encerrado, sino un exiliado que regresa a España después de mucho tiempo fuera. Como guinda del pastel de lo que parece una rocambolesca historia (comparándola con el emblema de la literatura patria) es que el personaje fue amigo intelectual de Buñuel y Roland Barthes. Pero en esta trama el centro no es él; el foco está en ella, en Rosaura, «una madrileña de clase media baja que muestra a Segismundo la existencia del otro; pero también es prostituta y burguesa [tres en uno]», explica Fabio Condemi (1988), director del Calderón que visita este fin de semana los Teatros del Canal.
Convertido en una de las principales voces jóvenes de la escena italiana (ganador de un Premio Ubu), Condemi regresa a Pasolini tras trabajar sobre sus pasos, en 2019, en un monólogo inspirado en sus guiones de cine. Esta vez se ha centrado en la tragedia inspirada en La vida es sueño que firmó el cineasta.
La obra maestra de Calderón de la Barca pasada por el filtro de Pier Paolo Pasolini. «Pero la atmósfera, la trama y el contexto son radicalmente distintos», anticipan: el argumentario abandona la Polonia del Siglo de Oro para trasladarse a la España franquista de los años 60. Entre levantamientos revolucionarios y un poder con mano firme, parece que el único espacio para la libertad está en los sueños o en los cuadros de Velázquez: «La de Pasolini es en realidad una radiografía despiadada y lúcida del poder, de su manera de renovarse y permanecer, de sus cambios y sus estrategias», presentan desde Emilia Romagna Teatro.
Hablan del original como un «texto laberíntico» en el que «conviven múltiples niveles». Rosaura solo puede escapar de su conformista realidad a través de la imaginación. Y es en esa dualidad en la que Condemi señala la «confusión» consciente que se hace entre los dos mundos, el ficticio y el real. Un «desafío» para el espectador, apunta, que deberá «recomponer continuamente un rompecabezas». «Son huellas que hacen de Calderón un texto muy denso en el que el espectador está llamado a interrogarse profundamente sobre nuestro ser en la Historia. Una pieza que a través de los sueños cuestiona desesperadamente la realidad».
Rosaura vale por tres
Escrita entre 1966 y 1967, Pasolini «denunció los nuevos fascismos, algo muy actual hoy», apunta un director que no se asusta por presentar esta adaptación libre de «La vida es sueño» en la tierra de la que salió, sino porque el autor sitúa el texto durante el franquismo: «Tengo curiosidad por saber qué pensará el público madrileño de él». Condemi tiene su propia visión del régimen, la de un país «que, para eliminar sus contradicciones, excluye y confina los problemas». Una lectura que, dice, sacó de Buñuel, quien «representó perfectamente este sentimiento mío en sus películas».
Pasolini dibujó a su Rosaura en tres niveles: «Utiliza a menudo la división de personajes. En uno de sus poemas dice que cuando piensa en Gramsci se siente escandalosamente dividido y contradictorio. Está con él en su corazón, contra él en sus entrañas. Incluso en la novela, Petrolio el protagonista se triplica al dividirse y vive vidas diferentes, como si algunos contrastes fueran tan fuertes que el personaje tuviera que duplicarse. Aquí, Rosaura primero es una burguesa rica; luego es de clase baja y se prostituye en una choza de Barcelona; y tercero, pertenece a una clase media baja».
- Dónde: Teatros del Canal, Madrid. Cuándo: sábado y domingo. Cuánto: desde 9 euros.