Cuando la infancia sabe más de emergencia climática que sus padres
“No sé por qué tenemos que venir al cole en coche”, dice desde el fondo del aula uno de los alumnos de 4ºA de Primaria del Colegio Tempranales. “Mi padre es que va al trabajo en el coche y ya me deja en clase”, viene a replicarle su compañero. Los dos son vecinos del barrio donde está este centro público de San Sebastián de los Reyes. Newtral Educación lo ha visitado para hablar con (y escuchar lo que piensan) chavales de 9 y 10 años, la infancia, sobre la emergencia climática.
Entre las principales preocupaciones de la infancia: la sensación de que están desapareciendo las estaciones; la proliferación de macrogranjas contaminantes y emisoras de metano; la muerte de peces en el Mar Menor; el excesivo uso del coche…
Las clases de 4ºA y 4ºB quizás tengan claro qué es verdad, qué es mentira y qué es ruido en los discursos de la emergencia climática. Pero como advertía a Newtral.es la responsable en España de Teachers for Future Miriam Leirós, “hay bulos climáticos que llegan a chavales de 10 años por redes antes que por casa”.
También hay algunas ideas erróneas o desactualizadas sobre clima entre el alumnado. Por ejemplo, atribuir el calentamiento global al agujero de la capa de ozono. Un problema que, gracias al Protocolo de Montreal (1987) y la prohibición de ciertos aerosoles (1989) se ha conseguido paliar con bastante éxito. Igualmente, hay cierta confusión entre ‘tiempo’ y ‘clima’. O entre ‘gases contaminantes’ y ‘emisiones de CO2‘ o de otros gases de efecto invernadero, como el metano.
Con todo, reconoce Virginia, la profesora de estos dos grupos de primaria, algunos de estos errores o ideas en las que se quedó nuestra generación, la de sus padres, no sólo se subsanan en el aula. La infancia es ahora ‘evangelizadora climática‘. Niños y niñas llevan a casa la última hora científica en cuestiones ambientales.
Infancia y emergencia climática: padres ante el experimento de los árboles
Recientemente, un pequeño estudio de las universidades de Regensburg (Alemania) y Exeter (Reino Unido) demostraba que cada vez la infancia sabe más de clima que sus padres. Y sus progenitores se sienten escrutados por sus hijos en su acción climática. Los pequeños empujan a su familia a comprometerse más con la preservación del planeta. Lo comprobaron con algunos experimentos y retos.
Los participantes recibieron información detallada sobre el programa y sobre el papel de los árboles en la reducción de las emisiones de CO2.Se les dijo que podían comprar hasta un máximo de 46 árboles, cada uno de los cuales costaba 1,50 euros. Cualquier dinero que no se invirtiera en árboles se les pagaría en efectivo al final del experimento.
Antes de que tomaran su decisión, los participantes fueron divididos aleatoriamente en cuatro grupos. Los padres del primer grupo fueron observados por sus hijos; los del segundo grupo, por niños que no conocían; el tercer grupo fue observado por otros adultos; y el cuarto grupo no fue observado.
Más de dos tercios de los progenitores decidieron invertir la suma total en el programa de forestación, plantando entre todos un total de casi 14.000 árboles. Pero hubo notables diferencias entre los diferentes grupos. Así, los padres observados por sus propios vástagos optaron por plantar un promedio de 39,6 árboles, mientras que aquellos que no fueron observados por nadie plantaron una media de 37,1 árboles, una diferencia del 7%.
¿Y cómo vieron los mayores a la infancia que contempla la emergencia climática? Los padres observados por niños que no eran sus hijos optaron por plantar 38,2 árboles como promedio. Los investigadores encontraron así una evidencia de que los padres invierten más cuando son observados por su propio hijo que cuando son observados por un niño extraño. El resultado fue muy similar a este último cuando el observador era otro adulto.
El estudio, cuyo título orginal es Climate Action for (My) Children, se publicó en enero en Environmental and Resource Economics. Helena Fornwagner y Oliver P. Hauser explicaron al presentarlo que sus hallazgos “tienen implicaciones para los responsables políticos interesados en diseñar programas para fomentar la acción climática voluntaria y mantener los bienes públicos intergeneracionales”.