Los otros MIR: (músicos internos residentes)

Ken se despertó del coma tarareando 'Me and Bobby McCgee' , una canción de Janis Joplin que nunca antes había escuchado pero que, desde ese momento, pasó a ser «la melodía más importante de su vida». A este militar le obsesionaba conocer el nombre del tema hasta que, cosas del azar, se cruzó en los pasillos del hospital Vall d'Hebron con la mujer que le había cantado aquel blues cuando aún estaba 'dormido'. Habían pasado dos años y a Judit, la artista que lo acompañó con música en la UCI de traumatología, nadie le había contado que aquel hombre despertó del coma poco después de su actuación. El encuentro entre ambos se produjo, pero lo que se dijeron Ken y Judit entonces sólo ellos lo saben. Los detalles de lo que pasó en Barcelona los conoce al dedillo Guillermo Giner , al frente de la fundación Músicos por la Salud , que va saltando emocionado de historia en historia hasta que se detiene en la suya propia: «Te podrás imaginar que uno no se levanta un día así como así y dice 'voy a montar una oenegé'», cuenta a modo de prólogo. La idea de su fundación surgió después de haber estado acompañando en el hospital durante once meses a su madre enferma de cáncer de colon. «Soy hijo único, mi padre falleció cuando yo era pequeño, así que, en ese tiempo, el hospital fue mi casa, el lugar en el que dormía y desde el que me vestía para ir al trabajo», recuerda Giner. ¿Cuándo vais a volver? A su madre siempre le había gustado cantar (lo hacía muy bien) y era una melómana, así que se le ocurrió llevarle unos auriculares y ponerle su música favorita para hacerle más llevadera la estancia en «esos lugares tan hostiles», dice, que pueden ser los hospitales. «Recuerdo a mi madre feliz hasta el final e incluso cuando sólo le quedaba un hilito de voz se ponía a cantar las canciones que yo le ponía«. Después de aquella experiencia, este valenciano se decidió a mejorar el ánimo de muchos otros pacientes y, desde su creación en 2015, Músicos por la Salud ha acompañado a unas 480.380 personas con sus 'microconciertos' en hospitales o residencias de todas las comunidades españolas. »El 100% mejora y, por eso, la pregunta que todo el mundo nos hace cuando nos vamos es: '¿Cuándo vais a volver?'». La batalla que Giner ha estado dando durante casi una década está centrada en lograr acumular la suficiente evidencia científica –que muestre la relación beneficiosa entre música y salud– para que los artistas sean considerados como parte del personal sanitario en hospitales y residencias. La figura del músico-sanitario existe en otros países de la Unión Europea como Francia, Alemania o Portugal y, de hecho, la OMS, tras haber analizado 900 publicaciones científicas de todo el mundo, llegó a la conclusión de que «el arte, la música, la pintura o la danza benefician la salud». MELODÍA EN VENA Abajo a la izquierda: Ken, un militar de algo más de 40 años, salió de un coma tarareando una canción de blues que no conocía y que se convertiría en «la más importante de su vida». Era 'Me and Bobby McCgee', de Janis Joplin. A la derecha: El día más feliz para el marido de Rocío se produjo después de que una guitarra apareciese en el box en el que su mujer, de 28 años, estaba ingresada. Rocío llevaba 21 días en coma, completamente inmóvil, hasta que al llegar los minutos y medio de la canción que le habían ido a tocar, empezó a moverse. ANA PALACIOS /MÚSICOS POR LA SALUD Desde Músicos por la Salud, que es una de las organizaciones más relevantes que en España se dedican a esta labor, nunca utilizan el término musicoterapia e insisten en que el método que ellos han desarrollado durante todos estos años es complementario y nunca sustitutivo de otros tratamientos. Pero la realidad es que la palabra musicoterapia ha quedado algo manchada desde que el Ministerio de Sanidad lanzase en 2019 una campaña contra todas las pseudoterapias en la que se concluyó que no había evidencia científica de sus beneficios para reducir la ansiedad, el estrés y la depresión. Desde la Sociedad Española de Neurología (SEN) explican a este diario que la evidencia sobre los efectos de la musicoterapia en niños es prácticamente inexistente y en adultos más bien limitada. ¿Esto a qué se debe? En palabras del médico Moisés León Ortiz, que es miembro de la SEN, el problema es que los estudios que existen son heterogéneos: no hay consenso sobre un tipo de música, su frecuencia o su intensidad y, además, los estudios suelen ser de casos únicos y el tamaño de la muestra más bien reducido por lo que se hace difícil avalar ciertos resultados. «La musicoterapia tuvo su momento de auge, pero ya que es algo complementario, opcional, es complicado demostrar que si no se usa música en un paciente determinado este empeorará», concluye León Ortiz, que también comenta que en algunos países como Alemania este tipo de tratamientos están más integrados en el sistema sanitario por razones culturales. Motivar al paciente La aplicación de la musicoterapia en neurorrehabilitación se encuentra aún en fase de investigación, desarrollo e implementación, aunque parece claro que es una técnica que motiva a los pacientes. Uno de los primeros médicos en estudiar a fondo la relación música-cerebro fue el célebre neurólogo Oliver Sacks en su libro 'Musicofilia' que, además, supo trasladar al gran público la complejidad que entrañan este tipo de estudios pero, también, la necesidad de plantearlos, de hacerse algunas preguntas. Y, desde entonces, muchos científicos siguen interrogándose al respecto. Federico Martinón y Antonio Salas, uno de los tándems más talentosos del universo científico y, además, de apellido español, realizaron una investigación dedicada a la llamada 'sensogenómica' con resultados que trascendieron nuestras fronteras. La tesis de estos expertos señaló el carácter medicinal de las melodías sobre enfermedades con una base genética como el alzhéimer. Estos investigadores se plantearon cómo es posible que una persona con demencia se olvide del nombre de sus familiares, pero sea capaz de recordar una canción de su infancia e incluso de tocar un instrumento. Y la conclusión a la que llegaron es que, al parecer, la música lograría una modificación neurológica en quienes la escuchan. La prueba más tangible de todas esas teorías científicas la encuentra Giner en muchos de los testimonios que recogen los colaboradores de Música por la Salud. En algunas residencias han llegado a preguntar a familiares y conocidos por canciones que forman parte de la tradición oral y han presenciado cómo alguien con afasia empezaba a cantar o cómo después de una actuación personas con demencia se vuelven irreconocibles hasta para sus propios hijos. «Gracias, de todo riñón» Giner ha visto cómo el dueño de una discoteca al que le había dado un ictus fue capaz de empezar a andar solo al ritmo de la música o de cómo todo se tambaleó en el box de Rocío, que llevaba 21 días en coma, y empezó a moverse a los 3 minutos 30 segundos de tocarle una canción. Quizá todo pueda resumirse con frases como «gracias de todo riñón», escrita por un enfermo de diálisis o «si no vinierais los viernes, nos volveríamos locos», de un paciente ingresado en el área de Psiquiatría. A la ciencia le toca seguir haciéndose preguntas con banda sonora.