Morir para entregar un mundo nuevo
Calles desiertas, barrios en gran tensión, policías y soldados, patrullando para que te quedes en casa. ¡Latinos que nos saludamos con los codos! Nada de besos ni abrazos. Todo mundo enmascarado e incluso con capuchas, caminando con aire circunspecto, sospechoso o perseguido, de hecho, triste.