La felicidad no es cosa de inteligentes
Hemingway fue una figura fascinante en mi niñez. Se pegó un tiro con una escopeta en 1961. Yo tenía seis años y se me quedó grabada la noticia porque, por primera vez en mi vida, fui consciente de que existía el suicidio. El más famoso escritor estadounidense aparecía con frecuencia en las páginas de los periódicos y en la televisión, donde le podíamos ver en una corrida de toros en Pamplona, cazando elefantes en África o pescando tiburones en Cuba. Su muerte fue la noticia de aquel verano. He... Читать дальше...