Vistas
La ciudad refresca cuando más ha ardido. Las nubes le dan un no sé qué de estampa heroica , por donde, en lugar de querubines y ángeles del cielo, se asiste a un espectáculo de brillos que van decayendo, de torres conquistadas que fueron inalcanzables y no fueron tan altas cuando les cae un siglo encima. Relaja el Madrid desde las alturas, naturales o artificiales. La ciudad, a la distancia, invita a perderse en ella, pero quizás, mejor, otro día, cuando los compromisos permitan hacerse uno con estas postales de la mente. Читать дальше...