Una de las frases que con más frecuencia se repiten en los últimos tiempos es que «no cabe un tonto más». Y resulta extraordinariamente preocupante no sólo por la constatación de ese hecho sino porque nos hemos acostumbrado, primero, y asumido con normalidad, después, que tal conclusión es una verdad incontestable. De hecho, si subsistiera «La Codorniz» y su inolvidable sección de «la cárcel de papel», el redactor exigiría al director multiplicar el espacio disponible en el semanario satírico, para dar cuenta de las decenas de condenas a penas de confinamiento o de estricta clausura a tantísimo autor del delito de tontuna en concepto de autor, de cómplice o de encubridor.
Cuenta una delicada novelista, en una suerte de memorias...
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