Magnífica noche en La Riviera
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El hielo se fue rompiendo con un buen primer set a cargo de Varry Brava lleno de pop, música disco, sintetizadores y ritmos étnicos. En «Chicas», una canción perfecta, viajé durante unos minutos a los años 80 en Madrid, algo que no viví pero puedo sentir gracias a la mitología urbana. Óscar Ferrer, el hiperactivo cantante, dejó el telón muy alto para los siguientes contendientes de la noche. Muy buena banda nacional que estrenará «Hortera», su nuevo disco, el 28 de agosto.
Siguió Miss Caffeina, que abrió su set con «Modo Avión», una balada de guitarras arpegiadas y batería ochentera a más no poder. Destacaron «Venimos», canción a caballo entre el EDM y el pop «Leivero» y «Mi rutina preferida», una de las favoritas de los fans. En «Cola de pez», la voz de Alberto Jiménez camina la fina línea entre el tono y el desafine con un estilo casi punk. Resulta efectivo sobre la música que presenta la banda, pero después de un rato se hace algo pesado. Acabaron su hora con «Mira cómo vuelo» y se retiraron entre vítores.
El espíritu de Charly García
Durante toda la noche (no sé si fue cosa mía, probablemente sí) me pareció sentir el espíritu de Charly García sobrevolando la orilla del Manzanares. Sus ideas y legado estuvieron presentes en los tres sets.
Izal salió al escenario y arrancó con «Despedida» y «Pequeña gran revolución», dos canciones populares de la banda para empezar. Baladas a medio tiempo que evidencian la sensibilidad vocal de Mikel Izal, cantante y líder. Cuentan también con un bajista, Emanuel Peréz «Gato», que si fuera gringo tendría un par de premios.
«Los seres que me llenan» me dejó realmente fascinando. Ritmo trotón (locomotora a lo Johnny Cash), dos secciones muy diferentes pero hiladas de maravilla y una letra algo mejor que la media de sus temas. «Agujeros de gusano», evidencia la riqueza armónica (acordes) de su música. Las canciones pueden gustarte más o menos pero están muy bien hechas. «El Baile», otra gran canción de pop moderno, demostró que el público puede gozar en este nuevo mundo (temporal) sin levantarse de la silla. Cerraron su hora de música con «La mujer de verde», una canción rockera que recoge los mejores detalles de su música.
Bajo un cielo despejado de verano madrileño fueron saliendo los 500 privilegiados de La Riviera. En ese momento me llegó una notificación al móvil sobre el acuerdo de paz firmado en Oriente Próximo y no pude evitar unas lagrimillas de emoción. ¡La vida puede ser maravillosa!