La crisis del Rey Juan Carlos tiene consecuencias políticas y afecta a la Familia Real y las instituciones
Lo primero que hay que decir en la crisis del Rey emérito Juan Carlos I es que el único responsable de todo lo ocurrido es el propio don Juan Carlos por haber acumulado una fortuna oculta en Suiza -que además puede que no sea la única- de la que existen pruebas documentales y que han sido conocidas por todos los españoles (y fuera de España) causando daño a La Corona.
Unos hechos lamentables en investigación de los que podrían derivarse presuntas responsabilidades penales (por lo menos en el ámbito fiscal) que están siendo investigadas por las fiscalías de Suiza y España, si es que no están cubiertas por la ‘inviolabilidad’ de la que don Juan Carlos disfrutó durante su reinado, o por la prescripción.
Ante la gravedad de estos hechos, conocidos en plena crisis económica y sanitaria de España, por lo que su impacto social es aún mayor, el Rey Felipe VI, aconsejado o presionado por el Gobierno de Pedro Sánchez, no ha tenido más remedio que actuar en defensa de los intereses de España.
Y de La Corona y su reinado, favoreciendo la salida de su padre del palacio de La Zarzuela e incluso de España, al menos temporalmente y hasta que se aclare la situación procesal de don Juan Carlos, quien aceptó su marcha.
Más discutible es el secretismo del Gobierno y de la Casa Real sobre el posible paradero actual del Rey emérito y su futura residencia, porque ello alimenta la teoría de la fuga o la huida de don Juan Carlos que denuncia el vicepresidente Pablo Iglesias. Y que en cierta manera recuerda la fuga más que rocambolesca del ex director general de la Guardia Civil, Luis Roldán, en el año 1994.
En estas circunstancias da la impresión que tanto el Gobierno como la Casa Real consideran que el misterio sobre el paradero de don Juan Carlos evita un nuevo espectáculo mediático y político, y pone de por medio una valla que aparta a don Juan Carlos, al menos por algún tiempo, del primer plano de la actualidad.
Aunque no pocos observadores y expertos jurídicos subrayan que don Juan Carlos no es, a pesar de su abdicación en junio de 2014, ‘persona privada’ porque mantiene el título de ‘Rey emérito’ (por decreto real) y a la vez sigue siendo miembro de la Familia Real, y figura en la línea de sucesión al trono (en tercer lugar) y de la ‘regencia’.
Lo que le mantiene en una posición de corte institucional, salvo que dimita de esas responsabilidades o que se les prive de ellas con una Ley Orgánica aprobada por el Parlamento.
Lo que podría ocurrir si don Juan Carlos resulta imputado o, si tras pagar una importante multa a Hacienda por presunto delito fiscal, se ve inmerso en una ‘sentencia de conformidad’, que en todo caso sería condenatoria.
Es por todo esto y por la aún situación institucional de don Juan Carlos por lo que el Gobierno y la Casa Real han pactado con el Rey emérito su actual ‘salida’ de España y del palacio de La Zarzuela. Lo que sin duda habrá sido doloroso para el Rey Felipe VI y puede que no comprendido por la ‘familia del Rey’ (que no es la Familia Real), donde figuran las Infantas Cristina y Elena.
Todos estos hechos confirman que la crisis de la fortuna opaca de don Juan Carlos tiene implicaciones institucionales y políticas que han sido utilizadas desde el Gobierno por Unidas Podemos para lanzar una campaña en contra de la monarquía lo que ha debilitado la coalición porque Iglesias prometió que no se entrometería en ‘cuestiones de Estado’ y no ha cumplido.
Al tiempo que todos estos problemas institucionales españoles provocan inquietud en las instituciones de la UE, de ahí el empeño del presidente del Gobierno Pedro Sánchez de poner a salvo al Rey Felipe VI y La monarca, separando a don Felipe de la crisis de su padre.
La que ya veremos en que queda procesalmente e incluso si no se amplía dado que según algunas informaciones, como las publicadas por el diario 'The New York Times' años atrás, la fortuna opaca de don Juan Carlos podría ser más importante que los 65 millones que se dice ahora que recibió del Rey de Arabia Saudí y que al parecer luego regaló a su ‘amiga’ Corinna.
De ahí que, quienes hoy se rasgan las vestiduras sobre la situación familiar y personal de don Juan Carlos, al que llenan de elogios desmedidos, deberían ser muy prudentes porque pueden aparecer informaciones todavía mucho más preocupantes sobre el Rey emérito complicando más su situación y, en se caso, dañando más el prestigio de la monarquía.
Y todo ello sin restarle a don Juan Carlos su importante labor política en la transición democrática española que ahora, sin duda, ha empañado con su comportamiento nada ejemplar. Y por supuesto dejando claro que, desde que asumió la Jefatura del Estado, el reinado de don Felipe VI ha sido impecable y ejemplar.
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