Todo es ficticio en Podemos: la revolución, la lucha de clase, la igualdad, la democracia, las becas, las empleadas del hogar y la contabilidad. «La gente» que aspiraba a extinguir a «la casta» por encomienda sobrehumana era humo, si acaso efervescencia, un melodrama dominguero. Camastrones. No existe ningún género en el mercado con una caducidad tan fulgurante como la del placebo populista . El partido de los salvapatrias se ha podrido, según su propia definición de la purulencia, en un santiamén. Y no ha sido principalmente por una mala gestión cuando le ha tocado gobernar, ni por un error concreto de posicionamiento ideológico, sino por la más pútrida de todas las degeneraciones políticas: la incoherencia. El liderazgo de la oposición...
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