La Princesa y la Infanta, un verano al pie del cañón
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Don Felipe y Doña Letizia podían haber enviado con antelación a la Princesa Leonor y a la Infanta Sofía a Palma de Mallorca, donde ya estaba instalada Doña Sofía, para que disfrutaran del mar. También las podían haber enviado a alguno de los campamentos de verano que, a pesar de la pandemia, han estado funcionando. Sin embargo, los Reyes han preferido que la Princesa, de catorce años, y la Infanta, de trece, permanecieran con ellos, les acompañaran en muchos de sus actos institucionales y, sobre todo, aprendieran una lección muy importante para ser miembro de Familia Real, especialmente en unos tiempos en los que cada vez es mayor la exigencia de los ciudadanos a sus representantes.
Esa lección consiste en saber renunciar a las vacaciones, a los planes personales o incluso al descanso, cuando las circunstancias lo requieren, como ocurre en estos momentos de enorme gravedad, y en acompañar a la sociedad en sus alegrías pero también en las desgracias. Por mucho tiempo que pase, Leonor y Sofía nunca olvidarán lo que han vivido estos últimos meses, desde que estalló la pandemia, de la misma forma que a su abuela, Doña Sofía, la marcó el viaje que hizo de niña junto a su madre, la Reina Federica, por una Grecia destruida por la guerra, el comunismo y el hambre.
Nunca antes, la Princesa y la Infanta habían aparecido en público con tanta frecuencia como ahora. Son catorce ocasiones en lo que va de año, doce de ellas tras el estallido de la pandemia. Su última imagen antes del Covid fue tomada el 3 de febrero, cuando acompañaron a los Reyes a la apertura solemne de la Legislatura en el Congreso de los Diputados. En aquellos momentos, aún asistían a clase con normalidad, sin imaginarse que un mes después, el 6 de marzo, uno de sus compañeros del colegio Santa María de los Rosales haría saltar todas las alarmas al dar positivo a Covid. Aún así la Princesa y la Infanta siguieron asistiendo a clase, como recomendaban las autoridades sanitarias, hasta el martes 10, que se cerró el colegio y tuvieron que terminar el curso por vía telemática.
Ambas rompieron la rutina del confinamiento el 23 de abril, día de Cervantes, para grabar dos vídeos: el primero, leyendo unos fragmentos del Quijote, y el segundo, para transmitir un mensaje de ánimo a todas las personas que estaban «ayudando y cuidando a los demás». De esta forma, ellas se sumaban al aplauso solidario que los españoles dirigían desde los balcones al personal sanitario.
La Familia Real, en el funeral de la Catedral de La Almudena
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REUTERS
Un mes después, el 27 de mayo, la Princesa y la Infanta vistieron de luto por primera vez, cuando guardaron con sus padres un minuto de silencio en La Zarzuela en recuerdo de las decenas de miles de víctimas que había dejado la pandemia. Unas ropas negras que volvieron a vestir el 6 de julio para acudir a su primer funeral, el que se ofició en la Catedral de La Almudena por los muertos del Covid. Y una semana después asistieron a otro homenaje a las víctimas, éste civil, en el Patio de la Armería.
Homenaje civil a las víctimas en el Patio de La Armería
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EFE
Antes, el 19 de junio, aún en estado de alarma, acudieron con sus padres a un espectáculo en los Teatros del Canal para apoyar la cultura, uno de los sectores más afectados por la pandemia. Las dos hermanas también se sumaron a la videoconferencia que los Reyes mantuvieron el 26 de junio con los responsables de la Fundación Princesa de Girona. Y, a finales de julio, ambas acompañaron a sus padres por sorpresa a la visita programada a Extremadura, donde visitaron el Museo Romano de Mérida, contemplaron la obra «Antígona» en el Anfiteatro y pasaron la noche en el Parador Nacional.
En el Parador Nacional de Mérida, donde pasaron la noche
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EFE
Tiempos difíciles
Este verano, la foto de la llegada de la Familia Real a Mallorca tuvo el rostro de la Princesa Leonor, sentada por primera vez en el asiento del copiloto del vehículo que conducía el Rey, mientras Doña Letizia y Sofía viajaban detrás. Y ya en la isla, las dos hermanas acompañaron a los Reyes en las visitas a Petra, tierra natal de fray Junípero Serra, y al barrio obrero de Son Roca, donde la Princesa y la Infanta conocieron un proyecto de reinserción social y la dura realidad de muchos de sus habitantes.
Leonor y Sofía están aprendiendo su oficio en unos tiempos muy diferentes a los que conoció su padre cuando tenía su edad. A la dureza de la crisis económica y la pandemia, hay que sumar la partida de su abuelo, Don Juan Carlos, en unas circunstancias muy singulares, y la presencia de grupos organizados, republicanos o separatistas, que tratan de boicotear los actos a los que asisten. Pero esa es la España en la que les ha tocado crecer.