Los países nórdicos ceden ante el uso de mascarilla
El Gobierno de Noruega ha recomendado este viernes el uso público de mascarilla en «situaciones específicas», uniéndose así al resto de los países nórdicos.
Antes, este jueves, el Gobierno finlandés actualizó sus recomendaciones para contener el reciente repunte de la pandemia de Covid en Finlandia y por primera vez aconsejó a sus ciudadanos cubrirse voluntariamente nariz y boca. Islandia ya ha impuesto su utilización en algunas situaciones y Dinamarca recomienda llevarla en el transporte público. El aumento de los casos de coronavirus en las últimas semanas en la región y el temor a una segunda oleada han llevado a Copenhague, Helsinki, Oslo y Reikiavik a sumarse progresivamente al uso voluntario de mascarillas, abandonando su escepticismo inicial. Solo Suecia, con una estrategia más laxa, se resiste a recomendar la mascarilla en la lucha contra el coronavirus, aunque no descarta hacerlo en el futuro si la situación vuelve a empeorar.
«Recomendaremos el uso de mascarillas médicas o mascarillas comunes en situaciones específicas, en algunas áreas geográficas y por un período de tiempo limitado» ha comentado el subdirector de la Agencia de Salud Pública de Noruega, Espen Rostrup Nakstad, adelantando así las directrices que detallará más adelante el Gobierno que dirige la primera ministra conservadora (Høyre) Erna Solberg. Las mascarillas faciales comunitarias pueden ser una buena alternativa a las mascarillas médicas, según Nakstad. “También es importante destacar que un buen distanciamiento es la mejor protección que tenemos contra la infección. Una investigación reciente muestra que mantener una distancia de al menos un metro puede reducir el riesgo de infección en un 80 por ciento, mientras que el uso correcto de mascarillas médicas reduce el riesgo en un 40 por ciento», ha asegurado Nakstad.
La joven primera ministra socialdemócrata (SDP) de Finlandia, Sanna Marin, anunciaba también el jueves en rueda de prensa un cambio postura respecto a las mascarillas y recomendó su uso en el transporte público al menos durante las horas punta, así como en las ciudades más pobladas. Desde el inicio de la pandemia, la línea oficial de Finlandia ha sido la de no recomendar la utilización generalizada de la mascarilla, debido a las dudas sobre su eficacia a la hora de frenar los contagios y al limitado número de infecciones registradas en el país –es el que menos tiene de todos los nórdicos en proporción a su población–. No obstante, el aumento del ritmo de contagios en las últimas semanas, cuya tasa se ha triplicado en este mes hasta 140 nuevos casos semanales, ha llevado a Helsinki a fomentar el uso de mascarilla siguiendo la recomendación del Instituto Nacional de Salud y Bienestar (THL).
La también socialdemócrata (A) Mette Frederiksen –la primera ministra de Dinamarca– no descarta que pueda imponerse su uso en todo el país escandinavo en algunas situaciones, algo que reclaman dos de cada tres de sus compatriotas, según un sondeo difundido por la agencia Ritzau. En Aarhus, segunda ciudad del país y donde se ha detectado la mitad de los contagios de toda Dinamarca en los últimos días, desde el miércoles es obligatorio llevarla en el transporte público, una medida que se ha extendido a otras cinco localidades próximas. «La mascarilla no tiene sentido en esta situación, cuando aún hay bajo contagio en Dinamarca», decía hace dos semanas el epidemiólogo jefe de la Agencia de Salud Pública danesa, Søren Brostrøm. Esa misma agencia pasó en una semana a recomendar su uso en el transporte público en hora punta, luego que empezaran a multiplicarse los brotes, aunque su utilización todavía es una excepción.
La recomendación de THL –anterior a la de Marin– hizo que las mascarillas se agotaran en muchos puntos de venta en Finlandia, mientras Gobierno y epidemiólogos postergaban el anuncio oficial para acordar detalles como en qué lugares deben usarse, quién debe costearlas y si la recomendación debe aplicarse a todo el país o solo a las zonas más afectadas. Lo mismo sugieren los medios noruegos: que la demanda de mascarillas aumentará de manera inminente luego del anuncio de este viernes. La demanda noruega de mascarillas ya estaba en un nivel alto: un paquete de 50 mascarillas se había multiplicado por siete. En el caso islandés, pocos países han controlado la epidemia como Islandia, ayudada por un plan masivo de test, rastreo y aislamiento, con el que ha mantenido una tasa de 2,83 fallecidos por 100.000 habitantes. La aparición de rebrotes a finales de julio, coincidiendo con la reapertura al turismo, provocó una reacción rápida de Reikiavik, que implantaron el uso obligatorio de la mascarilla cuando no se pueda mantener la distancia de dos metros.
Distinto es el caso de Suecia. Estocolmo ha apostado por una estrategia más laxa, con muchas recomendaciones y algunas prohibiciones, pero sin cerrar guarderías, escuelas, bares y restaurantes. El saldo de contagiados y muertos es mucho peor por el momento, con un índice de mortalidad de 56,62 por 100.000 habitantes, cinco veces más que Dinamarca y doce que Noruega, aunque la evolución epidemiológica ha mejorado notablemente en las últimas semanas.