El sepelio del Barça de Guardiola
Como buen madridista, podría alegrarme de la estrepitosa caída del Barça –después de todo, los aficionados somos implacables con los rivales y no acostumbramos templanzas ni comedimientos— pero el futbol que jugaban los que portaban la camiseta azulgrana ha quedado impreso en nuestra memoria, la de todos, como una suerte de supremo paradigma.
A los seguidores de otros equipos nos corroía la envidia pero no dejábamos de admirar secretamente el arte de los muchachos de Pep Guardiola –un técnico a quien en su momento le soltaron las riendas del equipo catalán sin que tuviera detrás una gran trayectoria y que instauró, por sus pistolas, una portentosa cultura de juego, de la mano de Pedro y Sergio Busquets— y de disfrutar, también de manera clandestina, de un futbol basado en la virtuosa conducción del balón, a diferencia de aquellos estrategas que se ahorran, a punta de balonazos, el esfuerzo de llegar al terreno del contrario.
La táctica de Guardiola sentó cátedra e hizo escuela, aunque los imitadores del catalán no llegaran a las mismas alturas y no tuvieran necesariamente éxito en la empresa. Pero, miren ustedes, ha sido precisamente Hansi Flick, el técnico de ese Bayern que acaba de pasar por encima del Barça en Lisboa, uno de los que sí han logrado copiar con entera solvencia el antiguo modelo de juego de los barceloneses, hasta el punto de que el club bávaro lleva unos resultados absolutamente avasalladores: nueve victorias en la Champions League y 18 triunfos en los 21 partidos disputados en las diferentes competiciones bajo su batuta.
Luego de una derrota de escándalo, sin embargo, el tema obligado ya no es la historia pasada sino la muy actual decadencia del Barça. Josep Maria Bartomeu, el presidente del club, tiene su parte de responsabilidad desde que despidió, a principios de este año, a Ernesto Valverde, un técnico que ganó dos Ligas, una Copa del Rey y una Supercopa, que llevaba el liderato en la competición local y que contaba con la estima de Messi y Suárez, entre otras estrellas. Y, bueno, los jugadores han envejecido también. Su edad promedia poco menos de 28 años y son, paradójicamente, la plantilla más valiosa del mundo: mil 300 millones de dólares.
El Barça de Guardiola nunca volverá. Será otra cosa. Pero ¿cuándo?