Un destino inadecuado

La Casa del Rey ha confirmado que Don Juan Carlos se encuentra residiendo actualmente en los Emiratos Árabes Unidos, según adelantó ABC en exclusiva. Esta confirmación significa, ante todo, un paso necesario en la política de transparencia informativa de La Zarzuela sobre la situación del Rey emérito, la cual no es un asunto privado. Su salida del país ha implicado al Gobierno y a la Casa del Rey, se produce por supuestas irregularidades financieras investigadas en Suiza, coincide con la asignación del caso a la Fiscalía del Tribunal Supremo y, en definitiva, afecta a quien ha sido Jefe del Estado desde 1975 hasta 2014. Por tanto, era necesaria una nueva política de información sobre el Rey padre, más aún si con su salida de España se pretendía lograr un efecto ejemplarizante ante la opinión pública y un cierre de críticas a la Corona. La opacidad abona todo tipo de especulaciones. Con luz y taquígrafos toda institución gana crédito ante los ciudadanos y su actividad se legitima moral y democráticamente. Cuestión distinta es que la transparencia haga, por sí misma, que la decisión de instalarse en los Emiratos Árabes Unidos sea favorable a los objetivos marcados con la salida del Rey emérito. Dicho claramente: no es ejemplar que abandone España para residir en la región del origen de sus problemas. Lo mejor para el propio Don Juan Carlos y, por supuesto, para la Corona es que se trate de una estancia provisional, en transición a un destino más cercano a España y sin connotaciones con su pasado más inmediato. Sin duda, la elección de los Emiratos Árabes Unidos no acierta en el planteamiento del significado público y la finalidad política de la salida de Don Juan Carlos. En la encuesta de GAD3 para ABC del pasado fin de semana, se puso de manifiesto que la mayoría de los españoles no respalda su marcha; confirmado su destino actual, esa mayoría verá ratificados sus motivos. Don Juan Carlos no debió salir de España en las condiciones en las que lo hizo. Era libre, por supuesto, de ir donde quisiera, pero si su salida tenía una determinada motivación política y ejemplarizante, mejor habría sido que permaneciera en suelo español o, en todo caso, que se desplazara a otro país europeo. Para proteger más adecuadamente a la Corona y a su actual titular, el Rey Felipe VI, habría sido necesario pensar más en el pueblo español y en la situación política del país, donde el sector republicano (que ya está en el Gobierno por obra y gracia de Sánchez) quiere pescar en este río revuelto. A veces, poner tierra por medio no soluciona los problemas, sino que los agrava. Sí, mejor que se hubiera quedado en España por si la Justicia lo llama y a las órdenes del Rey Felipe VI.