Aurelio Verde Carmona: «El lustre del cortijo y la espuela sigue deslumbrando a muchos»

Licenciado en Químicas, durante las clases escribía poemas y no pudo dedicarse a estudiar letras porque el griego se le atragantó. Ha escrito treinta libros, dos novelas y ha sido pregonero taurino. Como letrista de flamenco y sevillanas figura en lo más alto del escalafón. Dejó su inspiración en letras para Los Amigos de Gines, Romeros de la Puebla, El Pali, Chiquetete, José Mercé, El Lebrijano, María la Colina, Mairena. Temas de su puño y letra se cantaron en las ferias nuevas de Los Remedios: «Solano de las marismas», «Suspiros de mujer», «Viva mi Andalucía», «El embarque del ganao». Verde es un madurísimo creador y escritor desde hace muchos y ha venido a corroborarlo como finalista del Ateneo de novela. Su rincón preferido es la calle Betis. Está pasado de paladar. Ya sabe para lo que estamos aquí, Don Aurelio. Para vender la novela. Así que le pido que se esmere. ¿Qué nos cuenta usted en su novela? Nos vamos a la Sevilla de 1936. Feliciano Gutiérrez es un joven poeta sevillano, de familia acomodada y de ideas izquierdistas. En la ciudad hay gente de derechas que se la tiene guardada y que busca cobrarse venganza. En el relato usted combina las venganzas personales con las políticas. ¿Qué no le perdonaron al protagonista de su novela? Sucesos ocurridos en la juventud del poeta salpicaron el nombre de una familia que vio frustradas sus ambiciones sociales. Eso no se lo han perdonado. Con el golpe militar buscarán la ocasión de matarlo. El destino de las personas que se juega desesperadamente a cara o cruz. El protagonista es un hijo de la alta burguesía sevillana, poeta, amigo de Lorca y Alberti, de ideas republicanas. ¿Cree que se ha superado el tiempo de que por ideas diferentes se construyan enemigos irreconciliables? Hay trincheras que siguen abiertas. No hay más que asomarse a las redes sociales. Si criticas la política socialista te tildan de facha. Y al revés, lo mismo. A ver si maduramos de una vez que falta nos hace. Pues fíjese que la plasmación de ese canto a la concordia como es la Constitución del 78 la dan por amortizada los nietos más radicales de los que hicieron aquella guerra civil. En la novela aparece otro relato de lectura vigente: el de una sociedad terriblemente dividida. El deseo de desquite de los marginados y la ceguera de la oligarquía, sin olvidar la inacción de algunos gobernantes republicanos que buscaban la sovietización, el cambio de régimen, del país. La Sevilla que nos presenta está fracturada y enfrentada por las ideas políticas. ¿Hay paralelismo entre aquel ayer y el hoy actual viendo lo que pasa en el Parlamento? El que no comparte tus ideas es solo tu adversario, no es tu enemigo. Parece obvio pero hay gente tan cerril, tan cerrada de cascos, que no se entera. Imagino que me dirá que los actores de la novela son pura ficción. Pero a su protagonista lo esconden en la calle Betis para protegerlo de los iracundos como dicen que se hizo aquí con Miguel Hernández… El relato es pura ficción, aunque se nutre de la realidad de ayer y de hoy. Es un canto a la amistad. Una amistad que está por encima de todas las barreras. Si eres mi amigo me da igual que tú pienses en rojo o en azul. El poeta, de su mano, escribe alguna que otra soleá en el libro. Aváncenos una estrofita… Dile al jazmín que se calle/que no está mi corazón/para oler besos del aire. Entre tantas otras, suya es la sevillana «Viva mi Andalucía/ viva mi gente». Apelo al espíritu de la letra: ¿Despertamos lo suficiente? Yo escribí esa copla en tiempos en que otras regiones esgrimían apetitos voraces y había que espabilarse. No creo en los nacionalismos. Tras el nacionalista suele haber un perfil provinciano, avaro, egoísta. ¿Abengoa es la soleá de una Andalucía que no supo ser? En Andalucía hay buenos empresarios, pero hace falta un fuerte entramado industrial que levante nuestra economía. Pasa que el lustre agrario de cortijo y espuela, que viene de siglos atrás, sigue deslumbrando a muchos. ¿El flamenco es la Bienal, los tablaos turísticos, las peñas de cabales o la consejera de Cultura cantando por Bambino…? El flamenco es cultura en la raíz del pueblo. No es un negocio ni un tinglado de intereses ni mucho menos una atracción turística. Usted le ha escrito a los grupos más famosos y a los cantaores más notables. ¿Andamos sobrados hoy de buenos letristas? El letrista no es más que un poeta que en un momento dado colabora con un artista. No debería ser un diletante osado. Y la llama de la poesía, de la buena poesía, sigue viva. Pues eso. Mientras haya poetas habrá letristas. Por curiosidad: ¿sabe tocar la guitarra o tiene idea de música? Si tengo algo de oído es para la poesía; soy más de estilográfica que de cuerdas o teclado. ¿Entonces el compás de sus letras se apoya en la música de su escritura? El compás se apoya en los acentos del verso. En la música íntima y rica de las palabras. Buscar la palabra es la clave. El flamenco anda buscando revoluciones y refugios clásicos ante los excesos. ¿A usted le gusta Rosalía o le puede más el Niño de Elche? Me gusta todo lo que sea creador, que tenga calidad y que rompa moldes. El arte es revolucionario en su afán de buscar nuevos espacios y horizontes.