Villarejo se escuda en el CNI para renegar de los audios
El comisario José Manuel Villarejo, ya sin toga, ha asegurado frente al tribunal de la Audiencia Nacional que le juzga por tres piezas separadas que él no ha grabado su polémica colección de audios comprometedores de terceros, aunque como le ha indicado el fiscal «cualquier lego» aprecia al escuchar las cintas que es él quién lleva los micros. Y lo ha hecho con una explicación en la que ha llegado a sacar a colación hasta a Bárbara Rey y que se resume en una frase: «Yo tenía monitorizada toda mi vida desde los años 2000 por parte del CNI y periódicamente me entregaban ya auditados, editados y modificados (los audios) para mi garantía y mi tranquilidad. Pregúntele a los señores del CNI que imagino que se reunirá periódicamente con ellos».
La esperada declaración de Villarejo llegaba tras más de media docena de sesiones y dos intentos de apartar al tribunal. El último, este mismo lunes, ante la publicación de una información de sus agendas que refería una reunión con el magistrado Fermín Echarri, que se sienta en el estrado junto a la presidenta Ángela Murillo. Su pretensión ha sido rechazada de plano, por extemporánea y por carecer de relación alguna, como ha zanjado la Sección Cuarta, con el objeto del procedimiento.
Ya en el banquillo, el primer rifirrafe para empezar cuando insistía en referirse al fiscal de Anticorrupción por su nombre, Miguel Serrano o extenderse en preliminares que a juicio de la Sala, no venían a cuento. «Señor Villarejo, vamos a ver: piano», le ha dicho Murillo ya desde el inicio. No ha sido la única vez que ha debido intervenir durante el interrogatorio de la Fiscalía -«él es la institución, usted es otra cosa»-, emplazándole a ceñirse al objeto de las preguntas o acogerse a su derecho a no contestar. «Ejercicio de paciencia», ha llegado a decir Serrano sobre su propia labor.
En el capítulo sobre los audios, que ya han reconocido como veraces y subrepticios los clientes del comisario que han pasado por el banquillo, Villarejo ha incidido en que «hay veinte mil programas» que alteran grabaciones y que si le hubiesen permitido practicar una auditoría independiente, habría evidenciado que «están manipuladas». Su tesis es que el CNI grababa su vida en directo y luego le daba fragmentos de su día a día.
Así explica que le fuese intervenido un arsenal de grabaciones: «Periódicamente el pacto que yo tenía con el CNI era que monitorizaban mi vida pero para tranquilidad mía yo iba a tener una copia de esa monitorización». Ha añadido en este punto que esta «era probablemente la misma técnica que utilizaron con el tema de Bárbara Rey».
Sobre por qué elaboraba apuntes y resúmenes de los contenidos de esas cintas, misma estrategia, -«Probablemente porque son las propias notas que elaboraba el CNI y yo facilitaba»-, pero atacando de paso a la Unidad de Asuntos Internos de la Policía que lleva la investigación en la Audiencia Nacional. «Se han dedicado a mentir, falsear y manipular todo lo que se refería a mi».
Niega haber manejado datos reservados
Villarejo no niega los encargos a sus empresas o prestar servicios de «análisis de inteligencia» y cobrar por ellos, pues defiende que era la manera de sostener el entramado empresarial que estaba «al servicio del Estado». Lo que sí ha rechazado es haber accedido y proporcionado a esos clientes los datos reservados procedentes de bases policiales, entidades financieras o compañías telefónicas que engrosaban los informes por los que facturaba y que fueron intervenidos en los registros de los propios clientes. Es uno de los puntales de la acusación de cohecho sobre él.
«Yo no los obtuve -ha dicho de los listados de llamadas que obran en la pieza Iron- y no creo que tuvieran ninguna utilidad para las actuaciones. En todo caso, pregúntele a la compañía telefonica quién solicitó esos accesos (...) Bajo ningún concepto podían obtenerse bajo mu condición de policía porque nunca tuve acceso a bases de datos policiales de ningún tipo. No tenia ni clave de acceso ni ordenador», ha zanjado.
Sobre por qué entonces se encontraron en los registros, de nuevo, la acusación contra los investigadores. «Es la actuación lógica del dictado de Asuntos Internos, que es el CNI quien prepara el proyecto y ellos ponen el membrete para denigrar a personas a las que hay que destruir», ha sostenido. Con este punto de partida, ha rechazado toda la documental que le iba mostrando el fiscal. «No me creo nada».
Y en esa estrategia de rebatir el prevalimiento de su posición como policía por el que está acusado, ha insistido en que él no decía a sus clientes que estuviese en activo. Sí ha concedido que hacía referencias a que por su pasado como comisario, seguía teniendo buena mano. «Las técnicas de marketing para vender servicios y hacer valer tienen las característica de hacer ciertos alardes, imagino que los que harán fiscales y jueces que se incorporan a despachos de abogados con altísimos sueldos, ellos también dirán que tienen buenas relaciones», ha zanjado.
Villarejo, que había comparecido a preguntas del fiscal durante hora y media antes de que el tribunal acordase un receso, tiene intención de contestar a todas las partes. El interrogatorio se prevé así largo y que se despliegue durante más de una sesión.